Encuentro epistolar entre un lingüista y una actriz porno acerca de la sinonimia lúbrica de nuestro idioma
Si en algo debemos valorar esta adaptación que Ricard Borràs ha realizado del libro Las palabras y las cosas de Jean-Claude Carrière, es que haya aceptado el reto de trasladar el vocabulario libertino del siglo XVIII francés, al acervo léxico de la tradición española, incluyendo pertinentes anotaciones regionales y otras variantes del catalán, por ejemplo. Digamos, eso sí, para entrar ya en materia, que podría haberse extendido algo más en las referencias literarias; habrían sido idóneas las invenciones de Cela y su Diccionario secreto o de Umbral y Los helechos arborescentes (trufada está la novela de vocablos libidinosos) o el Coños escrito por Juan Manuel de Prada. Aunque no están nada mal las remisiones a La Celestina, El Quijote, La lozana andaluza y, como no, El libro de buen amor, entre otras. La cuestión esencial a la que debemos responder ante tal espectáculo es en qué medida gana el librito del francés subido a la escena. Y para contestar, nos podemos fijar en la estructura de esta pieza que dura poco más de una hora. Podemos dividir el entramado en cada uno de los conceptos que desgrana a través de una retahíla tremenda de sinónimos y expresiones al uso que divierten y sorprenden al respetable, eso es innegable. Así, el tiempo se consume en el campo semántico del pene (con sus polla, cipote, pilila, sable, etc.), del chocho (con sus chirri, pepitilla, aspiradora, etc. Le apuntaría cotufa, que es buena golosina), del fornicio (con sus follar, zumbar, cubrir, etc.), del culo (con sus trasero, nalgas, posaderas, etc.; no hubiera desentonado retambufa) y de la masturbación (con sus pajote, zambomba, machacada, etc.) que el protagonista va relatando en diversas cartas que le escribe a una actriz porno mosqueada ante la parquedad de términos corrientes que debe emplear en los doblajes. Y aparte de estos hallazgos o recuerdos lingüísticos (aunque desde hace tiempo el mercado editorial nos ha dejado buenos ejemplares acerca del tema a los que estamos interesados en la lengua), ¿encontramos algo más? Pues aquí está el asunto, que no se ha configurado una trama, no se han perfilado unos personajes que nos persuadan en su deambular vital y que, encima, cuando podrían llegar a intimar un poco más, todo termina sin acercarse siquiera al coitus interruptus. Él es el propio Ricard Borràs, interpretando a un anciano lingüista, un experto en acumular glosarios sexuales, que se muestra entrañable con la propuesta de esa nueva amiga con la que ha empezado a cartearse. Por un lado, es capaz de lanzarse en barrena hacia los pozos de la grosería, aunque sin ensañamiento expresivo, y, por otro lado, se queda sin mordiente, como si no quisiera ir más allá y transformarse en un Sade viejoverde. A ella, Elena Barbero, le queda un tanto parco su texto, tarda en entrar en escena y, en ningún momento, se postula como un personaje redondo, es casi alguien que da la réplica, una lectora, una especie de sombra de futurible amor platónico. Entre los dos, quizás para rebajar el tono de algunos palabros, cantan un par de cancioncillas. Algo leve. Viene su relación aderezada por una serie de grabaciones en vídeo que reflejan en pantalla distintas secuencias cotidianas que se aproximan oníricamente. Cumple como complemento escenográfico y apuntala ese tono divagante e ilustrativo que posee la función. Con un marco tan frágil y un desarrollo tan endeble argumentalmente, solo nos podemos quedar con la curiosidad de las palabras, con ese resumen del libro, con el glosario anecdótico de los términos sicalípticos (etimológicamente: sykon ‘vulva’ y aleiptikós ‘lo que sirve para frotar o excitar’). Finalmente, uno no sabe si, a pesar de los divertimentos léxicos, se puede rascar más en este espectáculo teatral o si directamente es una chuminada.
Autor: Jean-Claude Carrière
Traducción y adaptación: Ricard Borràs
Dirección: Pep Anton Gómez
Reparto: Ricard Borràs y Elena Barbero
Composición e interpretación musical: Pere Hernández
Diseño de iluminación: Jaume Ventura
Diseño y realización de vídeo: David Beltrán
Director de fotografía: Carlos Rigo
Ayudante de cámara: Agnès Piqué
Producción ejecutiva: Liza Frediani
Diseño gráfico: Carlos Malpartida
Fotografía: Ariel Bercovich
Distribución: Botarga
Teatros del Canal (Madrid)
Hasta el 27 de noviembre de 2016
Calificación: ♦♦
Texto publicado originalmente en El Pulso.
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