La compañía Titzina vuelve al Teatro de La Abadía con Distancia siete minutos
Diego Lorca y Pako Merino llevan ya unos cuantos años desarrollando su proyecto y ofreciendo espectáculos realmente personales. En este caso, un joven juez tiene que regresar a casa de su padre (también juez, jubilado y viudo) debido a una plaga de termitas. A su vez, el robot espacial Curiosity es enviado a Marte. Las metáforas se plantan en el escenario desde el principio para exponer las angustias de ese hijo que se carcome por dentro al no conseguir hablar de su madre —de la «accidental» muerte de su madre— con su progenitor. Ambos personajes, los dos hombres de leyes, luchan por tener la razón, uno desde el sentido de la estricta autoridad y la disciplina a rajatabla; y otro con un sentido de la vida más dialogante, más afable. Se presenta así un combate de reproches por el pasado y una búsqueda esperanzadora por superar las diferencias, por mirar hacia delante reformulando su relación. Diego Lorca lleva el peso de la obra, él es el verdadero protagonista, un hombre que va a cumplir cuarenta años y que quiere desentrañar el tema de su madre. Actúa con entereza, creyéndose su papel, con enorme seriedad, asumiendo que esa historia que nos está relatando es auténticamente suya. Su compañero Pako Merino se lleva el resto de papeles, porque no es solo el padre, sino toda una colección de acusados de diversos perfiles que se presentan ante el juez. Es en esos momentos donde más se luce, intercambiándose la chaqueta sutilmente, variando el tono, adoptando posturas femeninas, en definitiva, una composición actoral que ofrece uno de los mejores momentos de la obra. Luego, como padre, quizás el personaje quede uno poco estereotipado, aunque lo lleva con pundonor y orgullo. Dentro de la sencillez de la obra, encima del suelo marciano, únicamente dos mesas que se transforman en pizarras, donde ambos actores van escribiendo mensajes (a lo mejor, algunos de esos grafitis quedan un poco ñoños), también sirven como puertas o como demarcación de espacios. La verdad es que dan resultado para una obra tan concentrada. En definitiva, ambos creadores ofrecen una interesante puesta en escena, aunque el texto quizás no acabe de emplastar suficientemente con el aterrizaje del Curiosity y la parte final se muestre explícita en exceso, demasiados detalles para un relato que debiera quedarse en sugerencia. Por lo demás, Distancia siete minutos termina siendo un juicio donde los resentimientos acaban sentenciados para siempre.
Distancia siete minutos
Dramaturgia y dirección: Diego Lorca y Pako Merino
Reparto: Diego Lorca y Pako Merino
Diseño de escenografía: Jordi Soler i Prim
Diseño de iluminación: Miguel Muñoz
Dirección técnica: Albert Anglada
Diseño de sonido: Jonatan Bernabeu
Administración: Ángela Rodríguez
Fotografía: Fernando Moleres
Producción: Titzina
Teatro de La Abadía (Madrid)
Hasta el 19 de enero de 2014
Calificación: ♦♦♦
Texto publicado originalmente en El Pulso.
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Un comentario en “Distancia siete minutos”