María Velasco completa su díptico sobre la muerte en el Teatro Valle-Inclán para destinarnos a un tenebroso mundo infantil
Bajo el título general Los muertos no respetan el descanso, María Velasco publicó en la editorial La Uña Rota las obras Harakiri, de la que pudimos contemplar su representación el año anterior, y Primera sangre, que ahora ocupa la misma Sala Francisco Nieva en el Teatro Valle-Inclán. Ciertamente el tema de la muerte inesperada vuelve a desarrollarse; pero también la falta de cohesión regresa como máxima pega a otro de esos espectáculos de la artista, donde mete demasiados elementos para no terminar de elaborar un hilo conductor, un argumentario más sólido, una, si se quiere, evolución dramática. Sigue leyendo
