La importancia de llamarse Ernesto

David Selvas ha realizado un trabajo fenomenal con su mirada impúdica de esta farsa tan ingeniosa de Oscar Wilde

La importancia de llamarse Ernesto - Foto de Pablo Lorente
Foto de Pablo Lorente

Que hoy en día se nos venda una obra, ya clásica, como esta de Oscar Wilde con temas musicales de por medio, echa para atrás; porque uno piensa que se va a suavizar más un asunto de por sí ya muy superficial —si no rascamos un poco y nos lo traemos al presente—. Pues, todo lo contrario. Poquísimas pegas podría poner a un montaje así, donde funciona, en general, todo. Un gran divertimento, una función sobresaliente y una satisfacción para el intelecto, puesto que no se da puntada sin hilo en las múltiples capas que se entreveran en un texto, que es un zurriagazo a esa burguesía, que ya en los finales del XIX se engrandecía en la estulticia (y más estultos somos ahora que ansiamos ascender a no se sabe dónde, para huir de nuestro vacío existencial). Sigue leyendo

Anuncio publicitario

La Florida

Víctor Sánchez Rodríguez firma una parodia del género negro con una pretendida indagación existencial de los trabajadores durante la temporada baja en el Levante

La Florida - Foto de Coral Ortiz
Foto de Coral Ortiz

En gran medida, el cine negro paródico ha triunfado en las últimas décadas infinitamente, mientras el propio género (serio) también ha asumido su parte irónica. Tenemos gansadas tipo Austin Powers, homenajes a 007 como Kingsman o propuestas más lúdicas como el éxito de Puñales por la espalda. El asesinado no nos conmueve. Incluso, en muchas ocasiones, ni aparece el muerto. Queda, en definitiva, como la excusa para que el detective en cuestión demuestre sus dotes intuitivas, para dar con una solución que a todo el mundo se le escapa. En el teatro, casi no hemos tenido oportunidad de disfrutar del género, aunque se llevara a escena hace poco La gota de sangre, de Emilia Pardo Bazán o podamos recordar la Carlota, de Mihura. Me quedo con Perdona si te mato, amor, de Carlota Pérez-Reverte; porque me parece el ejemplo más pertinente para compararla con La Florida, de Víctor Sánchez. Sigue leyendo