Música para Hitler

Yolanda García Serrano y Juan Carlos Rubio nos destinan a un intenso encuentra entre Pau Casal y un oficial nazi

La medida concisión y el clímax que se nos propicia en el desenlace estructuran un proyecto que tiene todos los ingredientes para alcanzar el éxito de ese espectador serio y maduro que tanto anhelan ciertos dramaturgos y directores. No negaré las virtudes del texto firmado por Yolanda García Serrano y Juan Carlos Rubio; pero el riesgo y la complejidad artísticos apenas se concitan. Cuando una obra lleva el nombre ‘Hitler’, uno ya sabe que la lucha frente al mal supremo, simbolizado en este dictador, será la razón de ser. Ahora, el montaje al que asistimos, con toda una Sala Roja Concha Velasco a rebosar, nos usurpa un coherente conflicto. Es decir, en cualquier otro esquema dramático o cinematográfico al uso, la duda, la cuita, la posibilidad de una pérdida flagrante o, incluso, dejarse la vida aparecen en algún momento de manera acuciante. Sigue leyendo

Misericordia

La directora y dramaturga Denise Despeyroux plantea una dramedia autoficcional sobre el exilio en el Teatro Valle-Inclán

Misericordia - Foto de Geraldine Leloutre
Foto de Geraldine Leloutre

Es un poco lastimoso para mí reconocer que Denise Despeyroux ha perdido punch para la comedia. La melancolía se adentra en dirección a un nihilismo desencantado. Las cuitas existenciales de los personajes se enmascaran con aficiones frikis o espurias, que no se sustentan en algo más profundo y sólido que pueda determinar una vida feliz. Mucho de eso ya lo hemos percibido en los últimos espectáculos de la autora. Ya fuera Canción para volver a casa, que se representó en esta misma sala del Valle-Inclán, o Un tercer lugar, estrenada en 2017. Cuando se tiende al humor más desenfrenado, los espectadores ganamos, como así ocurría con La omisión del si bemol 3 o Los dramáticos orígenes de las galaxias espirales. Sigue leyendo

El inconveniente

El dramaturgo y director Juan Carlos Rubio lleva a escena en el Teatro Pavón esta dramedia que ahonda en el tópico del carpe diem

El inconveniente - Foto de Sergio Parra
Foto de Sergio Parra

Cuando nos encontramos con propuestas de ánimo amable, esas comedias que parecen destinarse al entretenimiento —piensan algunos espectadores— conviene estar atentos a su trasfondo; porque, a veces, la peripecia que sobrevuela tapa su posible enjundia. Y este es el caso de El inconveniente, que tuvo su versión cinematográfica en 2020, y ahora se aprovecha esa estela para instalarse en El Pavón.

Uno de los cambios peculiares que ha introducido su dramaturgo y director Juan Carlos Rubio ha sido transformar el papel de Sara, interpretado por Juana Acosta, por su paralelo en belleza, altura y elegancia, Cristóbal Suárez, que hace de Luis. Resulta interesante observar matices bien diferenciadores, pues ella se pretende encajar en el estereotipo actual de mujer empoderada que ha roto algún techo de cristal; mientras que él es el típico triunfador de toda la vida —su primera soflama se despliega con gran energía y soltura— que impacta con su sola presencia. Con él, después, ganamos en ternura; ya que el recorrido emocional es más amplio y complejo en relación a la principal protagonista. Sigue leyendo

Eneida

La Joven se aúna con el circo para dar cabida a esta adaptación del texto virgiliano a cargo de Paco Gámez

Eneida - Foto de Ilde Sandrin (1)
Foto de Ilde Sandrin

En esta ocasión La Joven ha decido dar un paso más allá en su propuesta de adaptar una obra clásica a un lenguaje contemporáneo, y que resulte atractivo a las nuevas generaciones. Aunar artes circenses, teatro de texto y música en directo suena, en teoría, muy bien; y si el lugar elegido para el montaje es el Price, pues mejor todavía. Por lo tanto, a priori, uno debe deducir y tener en cuenta esfuerzos mayores, y una preparación profesional de gran exigencia. Concluyamos que el conjunto, como experiencia sensorial y visual, resulta gustoso; porque varios de los elementos confluyen exitosamente en varios momentos. Aunque es justo reconocer que no se puede considerar que el espectáculo sea consistente de principio a fin, como voy a intentar demostrar. Si partimos del texto que ha escrito Paco Gámez, inspirándose en Virgilio, diremos que se ha empeñado en darle una vuelta de tuerca que termina por ser incomprensible. Mucho se debe contextualizar el asunto fuera de la función, para que se comprenda por dónde se quiere ir realmente. Es decir, si nos olvidamos de Eneas y pensamos más en un barrio de una ciudad europea que se incendia, repleta de individuos que producen rechazo en los que están fuera, y que eso hace que el viaje y la huida sea la única solución esperanzadora; y que la odisea y la reunión con otros pueblos sea el germen de lo que ahora denominamos Unión Europea, pues la epopeya romana se deshilacha. Los símbolos, los dioses, las fuerzas telúricas se desvanecen. De la Eneida, en definitiva, quedan las raspas de una trama que vale más para entreverar el malabarismo y la performatividad dancística, más unas composiciones musicales tan sensuales y propicias, como configuradoras de un mundo onírico. Porque en este último apartado, es necesario volver a valorar el oficio de Alberto Granados Reguilón, quien no para de ofrecernos su buen hacer y su gran disposición a la hora de entender cuál debe ser su cometido dentro de una dramaturgia contemporánea. Los músicos se apostan como una banda en un lateral para recorrer el Mediterráneo con una sensualidad deliciosa que empasta exquisitamente con la nostalgia que expele el héroe. Cuidado con los que esperen reguetón y chunda-chunda, porque de esto no hay, afortunadamente (la publicidad es engañosa). Destaca, por encima de todos, el tema «Il cielo in una stanza», de Gino Paoli, que popularizó Mina en los años 60. Se hace cobrar aquí la importancia del padre, Anquises, provocador de una orfandad angustiosa. Luego, también penetra en el ambiente la versión de «How Deep Is Your Love», que tanto nos remite a los Bee Gees y otro poco a los Take That en declive. Además, sonará Purcell y el «Bésame mucho», durante la escena mejor elaborada dramatúrgicamente: el encuentro amoroso entre Eneas y Dido sobre un lecho que se crea a partir de un gran hinchable (la escenografía de Silvia de Marta está configurada por detalles puntuales y concretos en el círculo desnudo, situados con gran inteligencia y originalidad), mientras el resto de los artistas narran el acontecimiento para ganar en erotismo imaginario y no recargar el erotismo carnal —porno blando, si se quiere—, que tanto abunda en los productos audiovisuales. No observo pacatería —pues no faltan en algunos diálogos expresiones soeces e improperios—, sino buen gusto por parte de José Luis Arellano a la hora de dirigir esta escena fundamental. Pienso que el director ha demostrado su valía en la configuración de la mayoría de las escenas; aunque no ha logrado hilarlas en una trama robusta. En cualquier caso, Eneas es un tipo descargado de los atributos del héroe, es un muchacho valeroso, cuando tiene que buscar la justicia; pero bastante melancólico. Es casi un decadente. Samy Khalil gana en expresividad con ese pasmo de la huida, de esa tristeza que lo acompaña; lo que pierde, en ocasiones, corporalmente frente a todos esos acróbatas tan virtuosos. Por su parte, María Heredia es un dechado de fuerza y de energía, tanto su Creúsa —muy llamativa e incitadora esa compuerta al Hades con forma de cubeta con su escalera incorporada que la absorbe—, como su Dido. Resulta arrebatadora y pasional, muy dominadora de la situación, tanto, que se come en exceso a Ana Jara, que hace de acompañante, y que luego se transformará en Lavinia, cuando esta, al final, se convierta en la esposa del futuro creador de Roma. Por otro lado, Marta Velilla como Acates (luego también como Andrómaca, en una escena deslavazada), me ha parecido que tenía un ímpetu muy necesario para contribuir positivamente a una dinámica algo juvenil. Y es que los aliados del héroe son un poco blanditos para la cuestión que nos compete. Ya sea Javier Ariano como Palante, que cumple con corrección su papel de secundario; o Jota Haya, que hace, sobre todo, de Aqueménides; pero que brilla cuando se encarna en Silvia, una sibila travesti y prostibularia muy atrevida y cachonda. El otro asunto a tratar es la inclusión, aquí y allá, de algunos números circenses. Casi en ningún momento parecen venir a cuento, y resultan un pegote; vistoso eso sí, muy meritorio, por supuesto; pero sin ideas creativas que se engarcen con el argumento. Diría que los malabares con mazas de Sirio Fernández son un ejemplo de cómo aprovechar sus habilidades para recrear una especie de vacile callejero que sí que funciona. O los movimientos de Amaya Frías en el suelo, que nos dan una idea más simbólica de los distintos episodios. Luego, el resto de actuaciones me parecen un poco traídas por los pelos, principalmente esa alegoría de la llegada de Europa, con Cira Cabasés y Juan de las Casas demostrando maravillosamente lo que son capaces de hacer sobre la báscula; aunque desgajados de eso llamado Eneida. Y, claro, ver a Monika Budzinska en el trapecio atrapa nuestra atención y le da hermosura al espectáculo; pero, igualmente, no se comprende el maridaje. En definitiva, es un montaje de La Joven (acaban de presentar también Ulloa), que intenta abrir otros caminos artísticos y eso es de alabar. Cualquier espectador puede coger de aquí y de allá para marcharse con buen sabor de boca; no obstante, la síntesis de los tres pilares que se ponen en juego no llega a fraguar con solidez.

Eneida

(Playlist para un continente a la deriva)

Texto: Paco Gámez, a partir de Virgilio

Dirección: José Luis Arellano García

Reparto: Javier Ariano, Jota Haya, María Heredia, Samy Khalil, Ana Jara, Marta Velilla, Monika Budzinska, Cira Cabasés, Juan de las Casas, Sirio Fernández, Amaya Frías, Julia Cano, Andoni Larrabeiti y Cristina Vigil

Músicos: Miriam García (saxo/flauta), Alberto Granados Reguilón (teclados), Jorge Henríquez (percusión), Javier Lisón (guitarra), Emma Weil (guitarra), Vicente Pérez (bajo)

Escenografía y vestuario: Silvia de Marta

Iluminación: Juanjo Llorens

Dirección musical y arreglos: Alberto Granados Reguilón

Coreografía: Andoni Larrabeiti

Ayudantía de dirección: Paco Gámez

Diseño de sonido: Félix Botana

Caracterización: Sara Álvarez

Asesor histórico-literario: Oliver Baldwin

Asesor circo: Javier Jiménez

Asesora movimiento: Eva Sánchez

Dirección de producción: Olga Reguilón Aguado

Dirección técnica: David Elcano

Regiduría: Daniel Villar

Ayudantes de escenografía y vestuario: Karla Santiago, Nicolás Guindo y Gracia Collado (prácticas)

Ayudantes de iluminación: Rodrigo Ortega, Paloma Cavilla (prácticas) y Nacho Medina (prácticas)

Ayudantes de regiduría: Paula del Fresno (prácticas) y Joel Valiente (prácticas)

Ayudantes de caracterización: Paloma Rodrigo y Santiago Calzón (prácticas)

Ayudante de producción: Paloma Rodrigo y Mayte Navarro (prácticas)

Gestión de públicos y administración: Rocío de Felipe

Fotografía: Ilde Sandrin

Comunicación: María Díaz y Pedro Sánchez

Diseño gráfico: Guillermo Vázquez

Alianzas: Teatro Circo Price, Fundación Teatro Joven, Escuela de Circo Carampa, Escuela de Música Creativa, Conservatorio Superior de Danza María de Ávila

Teatro Circo Price (Madrid)

Hasta el 17 de abril de 2021

Calificación: ♦♦♦

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