Que de noche lo mataron

La tragedia de Lope, El caballero de Olmedo, encuentra un paralelo con un motero del presente en esta propuesta protagonizada con brillantez por Juan Cañas

Que de noche lo mataron - Foto de Carlos Andrés Pulido
Foto de Carlos Andrés Pulido

Muestra, ante todo, este espectáculo a un intérprete como Juan Cañas, que cautiva al público y que es capaz de cantar varias tonadillas a la guitarra, de recitar los versos de Lope sin solemnidad; pero con hondura lírica, de entreverar sus propias composiciones con las del guitarrista del XVII Luis de Briceño; y de moverse por el reducido espacio que ha pergeñado Juan Sebastián Domínguez, que tiene lo justo y necesario como para que nos situemos imaginariamente en ese camino aciago entre aquellos pueblos vallisoletanos: Medina del Campo y Olmedo. Sin descontar, por supuesto, una iluminación que propicia en la noche la sensación de fantasmagoría entre la niebla que inunda todo. Ya me parecería suficiente que la propuesta solo se hubiera centrado en la obra clásica; pues observar a un bululú reconfigurar cada escena posee una gran concisión. Sigue leyendo

Amor, amor, catástrofe

Julieta Soria firma esta obra sobre el amor secreto del poeta Pedro Salinas con la profesora estadounidense Katherine Whitmore

Amor, amor, catástrofe - FotoEn otras ocasiones, hemos contemplado sobre el escenario propuestas sobre escritores donde se intentaba poetizar el drama aprovechando recursos escenográficos y musicales. Así fue, por ejemplo, el caso de Lorca, la correspondencia personal. La cuestión es que, en el montaje dirigido por Ainhoa Amestoy, desde el punto de vista estético, nos quedamos entre dos aguas. Ni termina de ofrecerse un espectáculo sensorial definitivo que nos inocule el sentido profundo de la célebre trilogía del poeta (La voz a ti debida, Razón de amor y Largo lamento), ni se contextualiza de manera consistente la relación amorosa del escritor con su alumna americana, precisamente porque apenas los distinguimos conviviendo o dialogando más allá del flirteo permanente. Saltamos en un visto y no visto de Madrid a Santa Pola y del Smith College en Northampton a Barcelona pasando por Alicante o Santander. Sigue leyendo

Trágala, trágala

Íñigo Ramírez de Haro hace revivir a Fernando VII para crear una sátira sobre los «males de España»

Foto de Javier Naval
Foto de Javier Naval

Con la venia de un autor que presume de sincero y crítico, habrá que afirmar desde aquí que su Trágala, trágala ha coincidido en el tiempo con el regreso de José Luis Moreno (con su sainete televisivo) y con la muerte de Pedro Reyes (puro antagonismo) y que, además, en este país se ha fraguado durante los últimos diez años aproximadamente un tipo de humor absurdo, ininteligible y paradójico destinado, en esencia, a jóvenes menores de cuarenta años. Por eso cabe preguntarse hacia quién va dirigido este espectáculo, ya que cuando hablamos de humor el olfato sobre el presente debe ser muy fino. Desde mi perspectiva la gracia que hubiera tenido esta obra hace cuarenta años, por ejemplo, ahora no la tiene, quizás porque llegamos demasiado tarde a la sátira monárquica. Hasta hace diez años nadie se metía con el rey cuando en Inglaterra llevaban trescientos años haciéndolo. Luego todo se precipitó y, ahora, sacar a colación amantes, yernos y elefantes apenas es subversivo. Sigue leyendo