Canción para volver a casa

T de Teatre se sube a las tablas para interpretar un texto fallido de Denise Despeyroux sobre el reencuentro de unas viejas amigas

Canción para volver a casaDenise Despeyroux lleva muchos años escribiendo obras teatrales caracterizadas en su mayoría por la inclusión de la extrañeza humorística a través de las seudociencias, el esoterismo y el misterio. Siempre ha tomado con distancia estas prácticas, aportando un sentido satírico; aunque uno ya tiende a pensar que alguna confianza debe tener en ellas. Sin ir más lejos, hace pocos meses presentó La omisión del si bemol 3, donde se mofaba del famoso efecto Mozart. Lo que resulta decepcionante en Canción para volver a casa es que estructuralmente el texto sea tan endeble, que lo cómico apenas se fomente o se ambiente con adecuación y que el destino de la propia pieza y de los personajes sea tan increíble como ineficaz. ¿Qué ha pasado? Yo qué sé. Sigue leyendo

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E.V.A.

Las T de Teatre celebran sus veinticinco años con un drama entrañable sobre las heridas del pasado y la visión renovada para el futuro

Foto de David Ruano

La confluencia de motivos e ideas ha permitido que las T de Teatre se hayan hecho un autohomenaje tras estos veinticinco años desde la creación de esta exitosa compañía. El texto escrito por Marc Artigau, Cristina Genebat y Julio Manrique se configura con una aproximación al thriller, al drama existencial con tintes de comedia; aunque tenemos que reconocer que las dosis de humor son más leves que en otras ocasiones —si recordamos Aventura! o Premios y castigos. Las cuitas personales de las cuatro protagonistas se nos presentan entremezcladas para confluir en un final que nos reconcilia emocionalmente con su devenir. Es precisamente en el desenlace cuando uno puede justificar algunas escenas un tanto anodinas que parecen ocupar un lugar de relleno para que no se descomponga el puzle. Pero si fuera trepidante, perdería la hondura hacia la que nos dirigen. Desde luego, la fantástica escenografía de Alejandro Andújar, un gran cajón rectangular que favorece espacios nuevos y perspectivas inéditas provocando una sensación cinematográfica, apuntalada por los vídeos que se proyectan en el gran frontón superior que ha preparado Francesc Isern, resulta atractiva y provoca nuestra atención. Entre las virtudes de esta historia entrecruzada están los diferentes puntos de vista que se nos plantean. Sigue leyendo

Premios y castigos

El director argentino Ciro Zorzoli nos muestra cómo se puede llevar al paroxismo el entrenamiento actoral

premios-y-castigos-fotoLa peripecia que nos presentan T de Teatre en La Abadía es un capítulo más que debemos añadir a la lista de intromisiones metaliterarias que han trufado la literatura del siglo XX y de parte de este XXI. Ciro Zorzoli ha ideado un planteamiento en apariencia sencillo, en el que apenas intuimos una trama, y que consiste en lanzar a una compañía a desvelar sus métodos de trabajo, en este caso, su entrenamiento. Tenemos que situarnos no más atrás de 1905 ─fecha en la que estrenó Barranca abajo, el drama rural del uruguayo Florencio Sánchez que ensayarán más adelante─; aunque sus ropas pudieran trasladarnos a épocas más pretéritas. Ante un inmenso tapiz, bordeado por mesas, sillas y algún cachivache, aguarda Carolina Morro (a la sazón, asistente de dirección del espectáculo «real»), que le ha tocado el papel de Muleta. Apenas debe moverse de su sitio y emitir un par de palabras, y adoptar un rictus de seriedad casi hipnótico. La gracia del asunto, muy original, radica en el posicionamiento extremo de la profesión actoral, de tomar esta como un ejercicio gimnástico, de igual manera que podría observarlo un entrenador de salto de trampolín o, también, una pareja de bailarines de salón dispuestos a ganar una competición a base de caricaturizar los pasos. Sigue leyendo

Aventura!

Alfredo Sanzol estrena su nueva obra en los Teatros del Canal después de cosechar grandes elogios en Barcelona

AventuraLa crisis, el miedo y una decisión trascendental para sus vidas marcan a los seis individuos de una empresa que ha recibido una oferta de compra. La situación del país, el estrés de la atmósfera permeando por los tubos de ventilación y el ambiente cargado por la desesperanza dispara unos diálogos que rezuman la verdadera esencia del teatro de Alfredo Sanzol: un humor ácido, sorpresivo y con regusto cínico. Crítico de las costumbres, de las relaciones y de una moral que lastra cualquier postura de sentido común. Sigue leyendo