Aitana Sánchez-Gijón realiza una interpretación asfixiante en este drama de Florian Zeller
Foto de Bárbara Sánchez Palomero
La impronta procede de la versión de El padre que se está realizando en el Teatro Bellas Artes. Aquella es la obra más célebre de Florian Zeller, sobre todo por la película encabezada por Anthony Hopkins. La madre también tuvo su relevancia, cuando la interpretó Isabelle Huppert. Y aunque esta obra de la trilogía, que se completa con El hijo, es la primera y data de 2010, ciertamente pienso que se inmiscuye en unos vericuetos psicológicos que resultan más interesantes. Principalmente a causa de que no se da tanto el enganche costumbrista. Es más, uno se mantiene en la duda, como si estuviera asistiendo a un thriller. Incluso algún espectador puede perder la paciencia; puesto que el padecimiento de la protagonista se lleva casi hasta el final. Sigue leyendo →
El dramaturgo Íñigo Guardamino, un veterano del circuito off, plantea en el Teatro Quique San Francisco una sátira acerca del engranaje malicioso en el que se ven envueltos los mensajeros de paquetería que recorren nuestras ciudades
Foto de Carmina Prieto
Resulta conveniente observar el circuito off, donde, a veces, aparecen obras que merecen sobrevivir, entre tanta abundancia de intentonas primerizas o de asuntos manidos. Íñigo Guardamino siempre se ha mantenido en cierta marginalidad dentro de esa esfera escénica española y ha saltado poco a los teatros institucionales. Quizás, esto le ha permitido sostener su irreverencia; puesto que lo suyo es la sátira vitriólica, capaz de señalar los destrozos de nuestra vida contemporánea. Con humor negro y golpes de efecto que nos pueden dejar estupefactos, el dramaturgo ha ido aquilatando su estilo dentro del teatro social más inteligente (véase Monta al toro blanco).
Sí es cierto que este último montaje ha rebajado algo esa chocarrería tan rompedora; aunque el pulso es pertinaz. Esta vez la emprende contra las empresas de envío, esas que tienen a un montón de repartidores en bicicleta dejándose los glúteos y el aliento por aguantar a flote. Nuestro antihéroe es un Álex Villazán que vuelve a demostrar su energía y una habilidad enorme para hablar rápido, algo que viene estupendamente en esta función. Un joven graduado en Derecho que comprueba que su currículum apenas le deja oportunidades, si no trae aparejada una experiencia. Que decida aceptar la oferta de empleo de Hermess, le permitirá conocer un mundo de angustia infinita; pero que, paradójicamente, lo enganchará no como si fuera un rider, sino un gamer, un ludópata de su propia supervivencia dopaminada. Sigue leyendo →
Carolina África lleva el célebre texto de Peter Shaffer al Teatro Infanta Isabel. Un caso real sobre un muchacho, que estaba sometido por los dogmas familiares y que llegó a punzar los ojos de varios caballos
Fotografía de Geraldine Leloutre
Vayamos mucho más allá de los desnudos integrales que siempre se asocian a esta obra. Natalio Grueso ha querido llevar el texto que Peter Shaffer escribió en 1973 a nuestro presente más inmediato, es decir, con los móviles en la mano y el canturreo de algunos jingles publicitarios muy reconocibles. No obstante, se ha olvidado de darles credibilidad a una madre que parece surgida de una secta ultracatólica; y a un padre «impresor» (lo afirma como si perteneciera a la larga estirpe del gremio), que parece obsesionado por el mal que supone el uso de pantallas, y que sortea sus frustraciones sexuales acudiendo a locales de intercambio. Tanto Manuela Paso como Jorge Mayor me parecen desnortados para nuestra época tan secularizada. Los contemplo anticuados en las formas, inverosímiles, y creo que es lo más flojo de este espectáculo. Sigue leyendo →
Jesús Cracio se atreve a dramatizar en el Matadero el peculiar libro de Raymond Queneau, Ejercicios de estilo
Foto de Jesús Ugalde
Me resulta muy satisfactorio que alguien haya tenido el atrevimiento de traer a colación —ya sería mucho para los tiempos que corren— el libro de Raymond Queneau, Ejercicios de estilo (1947), y que, encima, se haya lanzado a llevarlo a escena. El fracaso, desde luego, estaba garantizado; pero merecía la pena intentarlo hasta donde fuera posible y eso es una valentía. Primero, porque a ver dónde se encuentran hoy en día los apasionados (los frikis) de la retórica, de la literatura literaria, de los juegos de palabras con ínfulas estéticas, de los que se pirran por los espíritus lingüísticos haciendo de las suyas (acaban de reeditar Larva, de Julián Ríos, después de que llevara descatalogada ni se sabe). El formalismo hace tiempo que supone una boutade y como mucho nos encontramos a juguetones como el escritor y librero Carlos Frontera, quien tiene una ingenio inagotable (síganle, por favor) o Vicente Luis Mora, quien acaba de publicar una rara avis, Micronesia. Sigue leyendo →
Álex Villazán logra una interpretación primorosa en la adaptación de esta novela juvenil
Foto de David Ruano
El éxito de la novela que publicó en 2003 el escritor inglés Mark Haddon se ha ido fraguando a fuego lento y ya es una de las lecturas obligatorias en cientos de institutos de España. Lo cierto es que se utiliza en ese sentido pedagógico tan habitual en nuestros días ―casi siempre tendente al adoctrinamiento y a la falta de crítica―; pero es de justicia valorar sus virtudes literarias; aunque su lector potencial sea el adolescente. Contamos con el punto de vista de un quinceañero afectado por un trastorno del espectro autista ―seguramente Asperger―, de esa minoría que brilla prodigiosamente por sus habilidades mentales; mientras fracasa irremisiblemente en las relaciones personales y en su propia autoconcepción. Por eso encontramos redundancias, obsesiones, listas de números, problemas que nadie se ha planteado, cuestiones matemáticas llevadas al extremo, memoria fotográfica y, todo ello, bajo la pátina de la novela de detectives; por lo tanto, también, con giros metaliterarios bien significativos (muchísimos materiales que en el texto aportan información suplementaria de todo tipo son retirados en su mayoría en la adaptación teatral). Sigue leyendo →