Rinoceronte

Pepe Viyuela protagoniza soberbiamente la versión sobre la obra de Ionesco dirigida por Ernesto Caballero

rinoceronte_galeria5Cuando todos se alejan atraídos por la fuerza descomunal del rinoceronte en pos de una metamorfosis de pequeños paquidermos, un hombre normal, un ser que duda, pero no demasiado, un hombre que bebe (demasiado) y que sencillamente aspira, sin heroicidades, a la conquista amorosa y a continuar anodinamente con su trabajo de oficinista, se erige como un antídoto de sensatez. Berenger es encarnado por Pepe Viyuela con esa actitud indolente entre melopeica y taciturna que debe apartar cuando las circunstancias le requieren una respuesta. Viyuela compone una actuación soberbia donde la actitud y la gestualidad mantienen la medida de las tensiones que van surgiendo. De alguna manera, se ve arrastrado por unas sinergias que la excelente dirección de Ernesto Caballero ha propiciado al plantear, junto a Paco Azorín, esa disposición orbital en la que los actores se mueven alrededor del patio de butacas desde el caos inicial hasta la quietud de la manada «rinoceróntica». Sigue leyendo

Montenegro

El reciente Premio Nacional de Teatro, sostiene y vertebra la representación de las Comedias bárbaras de Valle-Inclán

Montenegro_01La propuesta de Ernesto Caballero es solvente y se recrea más en los detalles que en la búsqueda de la espectacularidad. La trilogía comienza por la última parte (Romance de Lobos), aunque se queda en suspenso mientras se intercalan las otras dos. Enseguida destaca positivamente el uso de los propios actores a la hora de representar animales (caballos, perros) o, incluso, un barco generando un simbólico juego de formas. No hay que olvidar que Valle-Inclán es deudor del simbolismo y en este ciclo se manifiesta, sobre todo, en el espacio mítico y en la representación de las fuerzas maléficas que se insertan en aquella tierra galaica como preludio al esperpento. Con Cara de Plata asistimos a uno de los primeros grandes argumentos de la pieza: la prohibición de paso por las tierras de Lantañón. El señor, don Juan Manuel Montenegro, se niega a que unos feriantes atraviesen por sus propiedades. Se hace valer de la ayuda de su hijo Carita de Plata, un muchacho insolente que toma vida con David Boceta, al que le faltaría todavía más chulería y desparpajo. Sigue leyendo