Juan Echanove ha dispuesto una dramaturgia un tanto limpia para recrear a estas gentes de la Irlanda rural
Cuesta alejarse del estereotipo irlandés, cuando uno se aproxima al micromundo en el que pone su lupa Martin McDonagh. No hay más que ver la disposición de elementos, cuando ambientaba aquel inhóspito pueblo en su exitosa película Almas en pena de Inisherin. En esta se volvía a detectar ese prurito infantil y fabulístico, que encontramos en otros escritos como El cojo de Inishmaan y en El hombre almohada. También, la atmósfera de comedia negra, con ese humor tan amargo y un destino macabro, son puntos que nos conectan con La reina de la belleza de Leenane. Sigue leyendo
