La compañía Pont Flotant aborda con gran entereza su aproximación a la etapa vital más conflictiva

Después que la compañía Pont Flotant dejara su rastro en el Teatro de La Abadía con El hijo que quiero tener y Eclipse total, desembarcan con su último proyecto. Muchas han sido las obras que han tratado la adolescencia en estos tiempos, me quedo con Future Lovers, y ahora me guardo esta propuesta que han creado Joan Collado, Jesús Muñoz y Pau Pons. Ellos han logrado perfilar una sustancia escénica muy sugerente, muy fluida y muy acogedora. Vuelven a exprimir su estilo con esas dosis de autoficción y de metateatralidad para elaborar una función sin demasiada complejidad escenográfica. Lo entrañable y lo sencillo se conjugan con esa profundidad que se da cuando se tocan esos temas que atañen tanto a la intimidad. Sigue leyendo
Si el principio de la filosofía tiene que ver con maravillarse con todo aquello que tienes delante y que te resulta incomprensible los que viene después es una hecatombe epistemológica. Nos sentamos en la butaca y podemos hallarnos como los niños o los preadolescentes conversando entre ellos o con adultos y sorprendiéndose con su propia existencia, o con el tamaño de nuestro planeta o con el insondable universo. La extrañeza que uno puede sentir es desconcertante en grado supino; pero, luego, está la vida con su flujo temporal (y su memoria rehaciéndose y rehaciéndote) y el espacio que hay que ocupar con todos sus principios físicos inasibles. Si la obra Eclipse total se les muestra a muchachos avispados, puede que dijeran: «¡Vaya, venimos de muy lejos!». O, «al final todo se irá a la mierda». Aunque si los espectadores están creciditos, confío en que ya se habrán hecho cargo de la compleja idea de estar vivo en los avatares de este catastrófico azar. No obstante, hay que vivir. 