La sumisión y el porvenir está en los huevos

Morfeo Teatro se agarra a este díptico de Ionesco, para abordar la desazón de un joven que no quiere procrear

La sumisión y el porvenir está en los huevos - Foto de Francisco Álvarez
Foto de Francisco Álvarez

Todo el humor absurdo ha sido integrado de tal manera en nuestra sociedad que, ya se habla de la postironía para definir a aquellos idealistas que creen con fuerza en su activismo, en sus proclamas; pero que se ven incapaces de cumplirlo. Véanse esas pobres gentes que sufren ecoansiedad debido a la impotencia de observar que su labor es insuficiente para salvar el planeta. Quien lleva de forma humorística este extremo son los malhadados de Homo Velamine, quienes han tenido que pagar por su osadía literalista en una sociedad que cada vez entiende peor las metáforas y, sobre todo, la ironía. Por resulta tan interesante volver a Ionesco, porque él sí que se mueve en la conjunción de la susodicha ironía y la crítica social, desde una ridiculización autoasumida de sus propios personajes. Sigue leyendo

La cantante calva

El teatro del absurdo que Ionesco puso en marcha con esta obra sigue divirtiendo, pero ya no irrita

Foto de Javier Naval

Ya no es para tanto. El público ríe y aunque no se comprenda del todo, no se siente estafado, quizás un poco aburrido en algunos momentos; y si al final no sale ninguna cantante calva, tampoco es para escandalizarse en un mundo como el nuestro. Por qué no tomarse esta primera creación de Eugène Ionesco (1909-1994) como un ensayo de nuevos procedimientos, de una puesta en marcha de mecanismos propios del lenguaje en su deriva ilógica. Puesto que la estructura de la obra es simplona y repetitiva, no ya porque la repetición sea una técnica que explota profusamente, sino porque, como se verá en obras como Rinoceronte (1959), el teatro del absurdo iba a depararnos un despliegue mucho mayor de recursos literarios como la animalización o el simbolismo, y de constructos filosóficos como el nihilismo, el existencialismo o la crítica satírica de la sociedad. Me parece un exceso encontrar en La cantante calva referencias a las paradojas de nuestro presente donde las redes de comunicación abarcan el orbe y, sin embargo, se alimentan de la función fática del lenguaje y de una considerable incapacidad para despejar el ruido de nuestros enunciados. Sigue leyendo

Rinoceronte

Pepe Viyuela protagoniza soberbiamente la versión sobre la obra de Ionesco dirigida por Ernesto Caballero

rinoceronte_galeria5Cuando todos se alejan atraídos por la fuerza descomunal del rinoceronte en pos de una metamorfosis de pequeños paquidermos, un hombre normal, un ser que duda, pero no demasiado, un hombre que bebe (demasiado) y que sencillamente aspira, sin heroicidades, a la conquista amorosa y a continuar anodinamente con su trabajo de oficinista, se erige como un antídoto de sensatez. Berenger es encarnado por Pepe Viyuela con esa actitud indolente entre melopeica y taciturna que debe apartar cuando las circunstancias le requieren una respuesta. Viyuela compone una actuación soberbia donde la actitud y la gestualidad mantienen la medida de las tensiones que van surgiendo. De alguna manera, se ve arrastrado por unas sinergias que la excelente dirección de Ernesto Caballero ha propiciado al plantear, junto a Paco Azorín, esa disposición orbital en la que los actores se mueven alrededor del patio de butacas desde el caos inicial hasta la quietud de la manada «rinoceróntica». Sigue leyendo