Vanessa Espín plantea un diálogo con Tirso de Molina para trazar su propia autoficción en el Teatro de la Comedia

Desconozco si en las próximas temporadas, ya que se ha cambiado al equipo directivo de la institución, se va a mantener esta propuesta de «diálogo contemporáneo» con las obras clásicas. Porque no parece que haya el más mínimo criterio, y se usa para hablar de «lo mío» (otro ejemplo, muy similar, fue La fortaleza, de Lucía Carballal). Los autores auriseculares pretendían acogerse a valores pretendidamente universales, nuestras dramaturgas se pirran por la autoficción. Ya lo afirma la propia Vanessa Espín en su libreto nada más comenzar: «El que era director de esta casa me dijo que yo podía hacer lo que me saliera del coño» (puro romance asonante). Lluís Homar se lo debió comentar a nuestra directora, mientras ejercía de ayudante en El gran teatro del mundo. Ya está dicho, todo debe quedar en «casa» (la de todos, el INAEM). En cualquier caso, continuamos dramatúrgicamente con un tema que se han impuesto en las autoras de estos últimos años: la búsqueda del padre (otro ejemplo sería Casting Lear, de Andrea Jiménez). Sigue leyendo


Quiero pensar seriamente en qué se diferencia esta función de Los Bárbaros en la Sala de la Princesa del Teatro María Guerrero de un cuentacuentos cualquiera en alguna maravillosa biblioteca —sí maravillosa, porque el entorno influye—. Sinceramente, creo que este espectáculo pretende descubrirnos nuevamente el fuego dándonos a entender que esto de relatar historias en la cercanía es cosa del pasado.