Personas, lugares y cosas

Irene Escolar impone su maestría para protagonizar este drama de Duncan Macmillan sobre adicciones en el Teatro Español

En nuestra sociedad la droga corre por doquier, quien no lo vea es porque no ha mirado suficiente. Muchas, muchísimas de nuestras violencias tienen detrás adicciones a los estupefacientes. De la farándula sabemos (así lo van revelando sin pudor sus gentes) que es un sector idóneo para el enganche a las sustancias (véase la exitosa serie Yo, adicto). Gentes especiales que se atreven a subirse a un escenario, a ponerse delante de una cámara, a enfrentarse a un público que no asume que frente a ellos no está el personaje que tanto lo fascina, sino una persona. Sigue leyendo

Fráxil. Handle with care

La compañía Matarile completa su trilogía sobre la fragilidad para configurar una performance repleta de ocurrencias sin ilación

Fráxil - Foto de Manuel G. Vicente
Foto de Manuel G. Vicente

Reconozco abiertamente que mis expectativas sobre lo que me iba a encontrar eran claras. Recibiría más de lo mismo, más aleatoriedad, más gesto vacuo de una compañía, Matarile, a la que no soy capaz de tomarme en serio. Pero, después de El diablo en la playa e INLOCA (algún escena sugerente encontré en esta) había que completar esta Trilogía de la fragilidad. Fráxil. Handle with care (como el aviso en todas esas cajas que vienen con nuestros juguetitos desde allende los mares) es otro de esos artefactos que parecen pergeñarse a través de ocurrencias que se suceden en la vida. Se lee de esto o de aquello, se imagina uno haciendo algo, se piensa que no sé o que aquello, se hace una coctelera y ya tenemos una obra de teatro que presentar en el Matadero. Sigue leyendo

INLOCA

Matarile sobredimensiona su Trilogía de la fragilidad con un montaje destinado a la pausada interpretación postmontaje

INLOCA - Foto de Bárbara Sánchez Palomero
Foto de Bárbara Sánchez Palomero

A pesar de las malas sensaciones que me llevé con El diablo en la playa, primera parte de la Trilogía de la fragilidad, acepté que las visiones de Ana Vallés podían encontrar terrenos más fértiles. Desde mi punto de vista, no ha sido así; aunque las consideraciones son algo más positivas. INLOCA posee más sustancia y se propician acciones más sugerentes, y que uno puede recomponer en ese rizoma al que vamos abocados. No obstante, es porfiada la insistencia en el desparrame, en no querer acotar, en confiar en exceso en los hechos por sí mismos y, sobre todo, en el poder revelador de un corolario repleto de citas filosóficas. Sigue leyendo

El diablo en la playa

El Teatro de La Abadía se abre a la nueva propuesta performativa de Matarile sobre el caos y otros supuestos temas adyacentes

El diablo en el playa - FotoLas propuestas perfiladamente performativas o, al menos, posdramáticas, se fagocitan a sí mismas en la redundancia del acontecimiento en sí. Se imitan, se copian, se repiten, tanto los gestos como los exabruptos, tanto las ironías como los cripticismos. Alimentadas de un mismo humus centrípeto de evidencias que no, de clarividencias. Propuestas jibarizadas por un mundo que se performatiza insaciable desde ese otro mundo, el virtual, que infecta nuestra realidad y nos convierte en esputos que claman por su centro de atención. Ante tal panorama, uno espera algo; para no ser deglutido por el nihil. Si El diablo en la playa es la primera parte de la Trilogía de la fragilidad, hemos de pensar, inicialmente pues, que no se tratará de la fortaleza. Sigue leyendo

Un idioma propio

Minke Wang da el paso definitivo para desintegrar lo puramente dramático con esta experiencia críptica

Foto de Lau Ortega

Si nos detenemos el tiempo suficiente para reflexionar acerca de lo que se observa y se siente delante de Un idioma propio, y no nos dejamos llevar por la estupefacción que anida en el rostro de la mayoría del público; tenemos la opción de rechazarla de plano por considerarla una tomadura de pelo o, por el contrario, aceptar que Minke Wang realmente quiere mostrarnos algo. Pero todo son problemas, dificultades que convierten el montaje en un producto inaccesible. ¿Qué cuenta? Si no fuera por el programa de mano donde se nos relata que vamos a ver a una familia «oprimida por el régimen comunista», que ha venido a España a labrarse un futuro mejor, saldríamos como habíamos entrado. Esta circunstancia implica, para los chinos, una dificultad idiomática considerable. Bien lo sabemos todos aquellos que nos hemos encontrado, por ejemplo, con jóvenes recién llegados, y cómo van aprendiendo la lengua. Asumamos que eso es lo que se narra; porque, eso sí, con esta función hemos dado un paso más —seguramente el definitivo— en la inclusión de lo narrativo en el drama. Sigue leyendo

Bodas de sangre

Pablo Messiez acerca este clásico al presente para ofrecer una perspectiva más sensual y luminosa

Foto de marcosGpunto

Si las tragedias de Lorca tuvieron en su momento validez literaria y contemporánea, fue porque el poeta granadino supo traer a sus textos historias auténticas —como habían hecho Lope o Calderón—, que recordaban aquellas pulsiones de los hombres que aún conciben la justicia y el honor como valores que deben obtenerse en la lucha inmediata, salvaje, sin la mediación de estructuras políticas propias de la civilización. Acercar Bodas de sangre al presente posee unas complejidades conceptuales enormes. ¿Quién se mata hoy a navajazos porque te roban la novia en el altar? Desde luego, no los personajes que nos encontramos en escena, que ya no pueden ser individuos que viven en cuevas, que pertenecen a la España profunda, a la Andalucía anclada en un pasado tan remoto como primitivo. Hacer que en la actualidad esos tipos puedan llegar a tal determinación, implica llevarlos a un punto de excepcionalidad que sí que contiene este drama, y que sí que resulta aceptable a nuestros ojos. Es decir, la inquina familiar, el odio macerado durante los años y la excusa perfecta para que la rabia se libere sin remisión El teatro lírico de nuestro malogrado dramaturgo eleva a sus personajes a la categoría de arquetipos. Sigue leyendo