Sussana Garachana discurre sobre la paternidad en esta comedia de situación en el Teatro Reina Victoria
La batalla cultural esta que tanto nos atenaza por doquier tiene un inesperado episodio en la escena madrileña. En mismas fechas, las dos contendientes (dos mujeres que se llevan veinte años, quizás ahí esté la clave de todo) se baten en duelo. Paradójicamente, así es eso de la polarización, apenas unos cuantos espectadores se harán cargo de esta lid. Ocupémonos aquí de El favor, visiten ustedes, si les pica la curiosidad, GRRRL.
No nos engañemos, esta obra de Sussana Garachana pertenece al teatro comercial, busca un amplio público, pretende asentarse en la cartelera durante mucho tiempo, emplea a algún actor famoso y usa las técnicas archisabidas del género. Ahora, todo esto lo ofrece bien, con buena artimaña, con inteligencia. El asunto de fondo posee importancia, aunque quede un tanto encorsetado, por aquello de las circunstancias socioculturales (no parece que a estos señores les vaya mal). Hablamos de paternidad. Sí, de padres, de papás. Ahora que llega a las librerías el libro El padre en escena, de (otra mujer) Sarah Blaffer Hrdy. Va a resultar que no somos tan zotes con nuestros bebés. Todo esto no va de dar premios, desde luego, que es muy burda la expresión «mira qué padrazo» aplicado a toda una serie de actitudes claramente normales de los santos varones con sus vástagos. Ya no estamos en esto.
Al principio, en una espontánea y congraciante captatio benevolentiae, aparece Antonio Hortelano, que es Martín, para darnos cuenta de su cuita. El día que supo que iba a ser padre (su gran deseo y obsesión) les pidió a sus amigos un «favor», que sería, nada más y nada menos, un poco de su semen para embarazar a su esposa. Toda una ilegalidad, como sabremos (¿y una inmoralidad?). A partir de ahí, la comedia se pone en marcha. Anna Tantull ha diseñado un espacioso salón de estar, con todos esos detalles de clase media «modernizada», dispuesto con ese minimalismo imperante y esas láminas de la Bauhaus que ahora se pegotean en los hogares-Ikea. Muy coherente. Cena de amigos. Un picoteo; porque nuestro anfitrión, que está de los nervios, y que va calentando la escena con idas y venidas, no se puede poner a cocinar (cualidad que maneja). Quizás en esos primeros embates deduzcamos que el tema se va a quedar un poco escueto, que la obra no sondeará vericuetos mayores, como suele ocurrir con este tipo de teatro. Así, hasta que se entra en harina pasa demasiado tiempo. No es que resulte aburrido; puesto que cada llegada de un colega propicia algún gag; sin embargo, le falta chicha.
Una vez que están los cuatro juntos, el alcohol ha penetrado en el torrente sanguíneo, comienza la conflagración de las pullas amistosas. Indirectas, guiños, ironías sin fin que se entrelazan con un ritmo inmejorable. El trabajo en la dirección de actores que ha trazado Xavier Ricart es magnífico. También es cierto que contamos con un elenco muy bregado en estas lides. Empezando por César Camino, que hace de Santi, y que rebaja su habitual vis cómica para adoptar, como ha realizado en otras ocasiones, una postura más moderada, de aliado feminista, de colegui del resto de esposas y ex. Es dueño de una editorial minúscula, dedicada a la literatura nórdica. Un licenciado en Filosofía que parece un sabiondo tan insuperable como, a veces, insoportable. ¿Qué no sabe este tío? Frente a él está su hermano, como un antagonista. Jorge Kent se encarga de Edu. Pienso que es el personaje más completo, más interesante y significativo. Es decir, podríamos achacarle su tosquedad, sus gracietas cansinas y hasta podríamos tildarlo de hombre corriente. Y sí, lo es, es tan corriente que hete aquí, expresa las frases más sensatas y lógicas que escucharíamos de cualquier padre, oh, sorpresa para algunas. Porque ante la petición por parte de su amigo, de un poco de semen (los chistes sobre la cuestión se engarzan sin remisión), él sostiene que sufriría enormemente por ese bebé, que lo sentiría como propio, que no podría olvidarse ni un minuto de que es su «hijo» y ansiaría protegerlo (y todos de acuerdo con esas sentencias). La genética no solo potencia un pensamiento, sino un indefectible sentimiento. Y es que la obra se inmiscuye es cuestiones que ahora mismo son bastante candentes en nuestra sociedad, pues el vigente secreto de los donantes puede llegar a su fin como así ocurre en otros países. Los hijos adoptivos han reclamado con insistencia en los últimos años su derecho a construir su identidad y a conocer a sus padres biológicos. Por lo tanto, los esquemas expuestos no son baladí por mucho que se recreen desde el humor. Después disertará sobre la aleta torcida de la orca Ulises y nos expondrá unas descacharrantes similitudes para destinarlas hasta el desenlance.
Luego, resulta muy inteligente la inclusión desde el punto de vista dramatúrgico el papel de Iván, que interpreta Paco Déniz; ya que se coloca desde un bienestar a repartir juego de un lado a otro para oxigenar los diferentes enfrentamientos. Además, por supuesto, introducen, la ingente cantidad de problemas que implica la crianza hoy en día. Valorando que las mujeres hacen más. De hecho, entre los personajes in absentia, Ana, la ex de Edu, queda como alguien verdaderamente «convincente» y con mucha sagacidad. Porque, hay que valorar el hecho de que permeen otros individuos en la propia discusión, que no dé la impresión de aislamiento. Por eso, se habla mucho de un tal Sergio, otro amigo, homosexual, que abre también otra senda en el diálogo, un aporte que deja caer como contraste su propia situación a la hora convertirse igualmente en padre.
¿Es, en definitiva, un reflejo de la realidad de muchos hombres, de muchos padres? Sí, son maduros, rondan los cuarenta (y más) y parece que económicamente les va bien. ¿Son una excepción? ¿Es esto una fantasmagoría y, en verdad, son unos monstruos, unos manipuladores y unos tipos que se despreocupan de sus hijos? Ustedes juzgarán mientras se divierten con esta comedia de la temporada.
Autoría: Susanna Garachana
Dirección: Xavier Ricart
Reparto: Antonio Hortelano, César Camino, Jorge Kent y Paco Déniz
Voz en off: Victoria Luengo
Escenografía: Anna Tantull
Vestuario y caracterización: Núria Llunell
Iluminación: Jaume Ventura
Espacio sonoro: Joan Camprodon
Dirección de producción: Maite Pijuan
Producción ejecutiva: Rafa Romero de Ávila y Àlvar Rovira
Dirección de oficina técnica: Moi Cuenca
Oficina técnica: Jordi Farràs
Ayudantía de dirección: Teresa Rivera
Ayudantía de producción: Sira Castells
Regiduría: Aitor Aguado
Construcción de la escenografía: Jorba-Miró Estudi-taller d’escenografia
Confección de las cortinas: Cortinas Lladó
Márquetin: Focus
Prensa: Sandra Fernández (sfernandez@focus.es)
Reportaje fotográfico: David Ruano
Diseño gráfico: Focus
Colaboradores: Jorge de la Garza, Mikakus, Montibello y Smeg
Agradecimientos: Max Villanueva Garachana, Dan Villanueva Garachana, Lluís Villanueva y Gemma Griñó
Con el apoyo de: Generalitat de Catalunya – ICEC Institut Català de les Empreses Culturals, INAEM, Unión Europea Fondos Next Generation y el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de la Unión Europea.
Distribución: Carme Tierz (ctierz@focus.cat)
Una coproducción de Focus y Mola Produccions
Teatro Reina Victoria (Madrid)
Hasta el 30 de marzo de 2025
Calificación: ♦♦♦
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