Adaptación teatral de la célebre novela valenciana del héroe recreado por Joanot Martorell durante el siglo XV
Magna empresa llevar a escena el Tirante con pocos medios y un escueto elenco para una sala pequeña. Es posible, desde luego, exprimir la esencia de una novela inmensa del siglo XV, firmada por Joanot Martorell y defendida por calidad desde Cervantes a Mario Vargas Llosa. La cuestión aquí es que se han tomado una serie de decisiones artísticas que han terminado en un quiero y no puedo repleto de estridencias e inconsecuencias que nos dejan un resultado, en conjunto, fallido; aunque se salven algunas escenas ingeniosas y un aporte musical que hace otorga tono épico a una propuesta escorada claramente hacia la cuestión amorosa y sexual. Bien hubiera estado titularla directamente Carmesina y así hubiera sido más coherente con lo mostrado. Es curioso, que cuando se puede justificar históricamente el patriarcado (épocas en permanente guerra), donde las mujeres aguardaban su pronta viudedad, se le quiera enmendar la plana al texto inventándose una posición sobredimensionada en poder de la heredera. Es ciertamente Lucía Poveda la que imprime más carácter a su personaje; más allá de que su pretendiente sea un «muchacho» que ni por asomo se nos puede presentar como un héroe medieval capaz de lograr hazañas inverosímiles. Raúl Ferrando no tiene cuerpo, ni empaque en su disposición para encarnar a este capitán tan valeroso. Es un tipo algo demediado en astucia y queda por debajo de su señora. Representar el amor cortés sin la caballerosidad suficiente produce realidades que de poco se nos marcha al astracán. Si ya se pone a bailar en plan homoerótico junto al resto de varones en una de las coreografías más inenarrables del montaje, ya la virilidad se desploma. Porque la responsable, Eva Zapico, parece empeñada en llamar la atención; así, no falta, una masturbación repentina. Como si no hubiera bastantes situaciones eróticas y lubricidad. Cuando el argumento se restringe a la vida en Constantinopla bajo el auspicio del emperador (Sergio Ibáñez da el tipo y, al menos, infunde algo de poderío), los entresijos amorosos se imponen en escenas que van de la cursilería propia del enfermo enamorado, hasta la lujuria de algunas damas que no entienden de rangos. Así ocurre con la nodriza, la Viuda Reposada, una Maribel Bayona investida de viuda negra desplegando todas sus artimañas arácnidas para conquistar a Tirant. En sentido, contrario, Raquel Piera, como Plaerdemavida, ayuda a que el encuentro carnal de los enamorados llegue cuanto antes, y no duda en provocar casi una violación. Ronda por allí otra de las sirvientas, la risueña Estefanía, una vivaracha Mar Mandli que anda en tratos con Diafebus, el fiel compañero de nuestro protagonista. Antonio Lafuente lo interpreta con más pundonor que su amo y eso tan poco favorece a encumbrar al héroe. Uno de los puntos fuertes es, sin duda, la música. Kike Gasu es el beatboxer que genera los sonidos atronadores, épicos y dignos de un gran castillo por el que resuena el eco. Va creando, en directo, con las habilidades de su voz y una mesa de mezclas, las diferentes composiciones. Si no fuera por el espacio sonoro, el cual provoca que, por momentos, nos imaginemos en un ambiente bélico y medieval lleno de soldados dispuestos para el combate; la escenografía nos diría todo lo contrario, porque los mínimos elementos que se emplean (sobre todo unos cuantos bancos que usan en distintas posiciones) apenas esbozan lugares y entornos. Otro aspecto que rebaja el espectáculo es el vestuario de María Poquet; ya que no termina de encontrar una estética concreta y definida, entre las camisetas, los plásticos o los petos de quita y pon. Por otra parte, se han querido introducir rasgos humorísticos a lo largo de la función, de la misma forma que se encuentran en la novela; aunque en esta más tendentes a la picardía; mientras que en la función se recurre a unos guiños metateatrales algo guiñolescos, que no colaboran esa sobriedad que no acaba de galvanizar. Las narraciones ―algunas en valenciano― a través del micrófono, orientan la historia para que las luchas cruentas contra el soldán y el moro queden en meros esbozos. Este Tirant es, en definitiva, una propuesta con grandes carencias materiales, que no se suplen con suficiente coherencia. Y el héroe no lo parece tanto.
A partir de la novela Tirant lo Blanc de Joanot Martorell
Adaptación: Paula Llorens
Dirección: Eva Zapico
Reparto: Lucía Poveda, Mar Mandli, Raquel Piera, Maribel Bayona, Raúl Ferrando, Sergio Ibáñez, Antonio Lafuente y Kike Gasu
Diseño y realización de escenografía: Los Reyes del Mambo
Música y espacio sonoro: Kike Gasu
Iluminación: Ximo Olcina
Vestuario: María Poquet
Ayudante de dirección: Iñaki Moral
Movimiento escénico: Charo Gil-Mascarell
Fotografía: Marcos Baño
Coproducción: CNTC/ Institut Valencià de Cultura
Teatro de la Comedia (Madrid)
Hasta el 31 de marzo de 2019
Calificación: ♦♦
Puedes apoyar el proyecto de Kritilo.com en: