Cristo está en Tinder

Rodrigo García recupera parte de su hálito rompedor para satirizar el mundo de las redes sociales a través de una performance con vigor juvenil

Cristo está en Tinder - Foto de Lucía Romero
Foto de Lucía Romero

Debería comenzar afirmando que, al salir del Matadero en aquel febrero de 2020, después de haberme sentido como una oveja con tortícolis al contemplar PS/WAM, pensé que Rodrigo García estaba totalmente acabado. Pero resulta que tenemos que tomarlo como una especie de sabio-bufón que sale de su aldea asturiana en la que vive para reírse con total desfachatez de nuestras costumbres y de nuestra abducción. Y no es que esto no lo hubiera hecho antes; sino que él, a punto de los sesenta años, tiene más pujanza, frescura mental y vitriolo que cualquier dramaturgo (y dramaturga) joven con toda su conciencia moral atemorizada, cuando tienen que presentarse ante un público igualmente inquisitorial. Sigue leyendo

Makers

Juan Loriente y Oscar Gómez Mata performatean La Abadía con un espectáculo que pretende descubrir lo que está oculto en la Realidad

Makers
Cie Alakran

Yo entiendo que si suelto aquí a Faemino y Cansado; pues me va a caer encima el aparataje-performativo-european-chachi para aleccionarme sobre el «dispositivo», la «autopoiesis», la «liminaridad» y, en definitiva, los «acontecimientos»; pero si tenemos que aunar metafísica y humor, pues me quedo con la pareja de cómicos. Me resulta extraño que a los responsables de este asunto no les viniera al caso, la situación que vivió Fernández Mallo, cuando vio que su obra borgiana sobre colección de Borges El hacedor, fue retirado de las librerías, porque a Madama Kodama le pareció que de Borges solo puede Borges hacer de Borges. Así que, El hacedor (de Borges), Remake, publicado en 2011, despareció de los anaqueles. Suerte que un ejemplar me fue regalado por mi amigo Enrique, al que aprovecho para dedicar esta crítica (es que Makers, sabrán ustedes, va de dedicatorias). Por lo que tengo entre manos un libro prohibido, que para los tiempos que corren es hasta emocionante (y creo que lucrativo). Sigue leyendo

PS/WAM

La última ocurrencia de Rodrigo García es una descomposición de elementos varios que apenas provoca la más mínima reacción

Nadear en la NADA con sus naderías nadeantes. NADA NADA NADA. Pretende Rodrigo García aprovechar su estatus para esputar un espectáculo excrementicio con hálito escatológico y con las ínfulas de «crítica a las falacias del mundo contemporáneo». Espectáculo destinado a pacientes fans (poco más de una centena para cada función) que se largan tras terminar, ignorando si hay que aplaudir semejante tomadura de pelo. Creo que llega un punto en el que reírle la gracia al dramaturgo es llamarse imbécil; pues su aporte artístico es una vaga descomposición de cachivaches que configuran un engrudo realmente insufrible. El hilo conductor de semejante artefacto es tu propia imaginación y tu voluntad por encontrar sentido al caos. Este Piano Sonatas / Wolfgang Amadeus Mozart (PS/WAM) es una instalación dadaísta que se deglute sobre sí en el sinsentido azaroso que no significa NADA, que apenas llama la atención ―mucho menos a sus habituales espectadores―, que se agota en el aburrimiento y que únicamente sirve para descreer de este callejón sin salida esteticista. La Nave 11, la Fernando Arrabal, la grande del Matadero, despojada de las butacas. Un tique para pedir la vez en este supermercado de chorradas con un «Muérete» impreso (quien avisa no es traidor, supongo). Sigue leyendo

Evel Knievel contra Macbeth na terra do finado Humberto

Rodrigo García presenta su última creación en los Teatros del Canal, un collage pop donde se enfrentan todo tipo de fuerzas

Foto de Marc Guinot

Aceptemos que debajo de todo el collage, de todos esos vídeos psicotrópicos y esa propulsión textual existe un fin político. Aceptemos que bajo las tópicas figuras de estilo de este dramaturgo que se nos impone como enfant terrible de la postdramaticidad existe un fin existencial. Si el envoltorio no fuera tan sumamente irónico y, por lo tanto, tan tendente al nihilismo y a esa sensación de vacío que se percibe en el aplauso apagado del público; cuando este comprende que no comprende si de verdad merece la pena gastar una hora y media en aquello que ve; seguramente podríamos desbrozar el aparataje para llegar a algo. No lo pone fácil esta vez Rodrigo García, porque como espectáculo es más pacato y «humilde» que otros suyos. Que es una manera de afirmar que es muchísimo menos provocador y que ha metido mucho relleno. El espectador debe aunar, como si asistiera a la emancipación de un poema surrealista, postista o creacionista, una serie de motivos que deambulan por diferentes capas de realidad-irrealidad, de lo serio y de lo vulgar, que se manifiestan como una lucha maniquea. Sigue leyendo

4

La nueva propuesta de Rodrigo García es una performance desencantada construida con sus habituales procedimientos espectaculares

Foto de Marc Ginot

«Llega la noche como una mierda», comienza. Una mierdra. Pero Jarry queda muy lejos de este mejunje, colección de tópicos y copias del propio artista, tan seco de ideas como la sociedad que pretende criticar con su verborrea seudoirreverente. 4 va, ante todo, de la soledad del individuo en el mundo urbano contemporáneo. Hay que reconocer que varios de los fragmentos escritos por Rodrigo García son poemas pertinentes y sagaces que acentúan la desidia, la abulia y la proximidad del abismo («Flotará entre cráneos sin / certezas, cada cual / sabio a su manera y digno de piedad y / respeto»). Se combinan con elementos del futurismo: «La implosión por dinamita es el / tic tac del corazón de Dios / Hay más belleza en la demolición […]/ que en sinuosas formas constructivas de hoy»; y nihilistas: «Lo artificial es veneno del bueno». Toda la obra se sustenta básicamente en un prólogo a cuatro voces, un epílogo similar y una semblanza bien extensa sobre los recuerdos de infancia de un tipo. El resto es puro aparataje de relleno. Sigue leyendo