Ignasi Vidal ha creado un thriller futbolístico que da juego para contemplar la oquedad de nuestras adoradas estrellas
Revisando el reciente tomo Teatro y deportes en los inicios del siglo XXI, compilado por José Romera Castillo, uno confirma que el fútbol apenas ha concitado la atención de los dramaturgos españoles; y eso que estamos hablando de una práctica deportiva que posee una repercusión social y mediática descomunal. Más paradójico resulta, si uno observa las tendencias políticas de la mayoría de las dramaturgias contemporáneas —claramente sesgadas hacia la izquierda— y si nos fijamos de dónde procede el futbol y los futbolistas; es decir, la clase obrera —Inglaterra es el gran ejemplo—. Una manera de ascender socialmente ha sido el deporte, ya fuera el boxeo, en sus tiempos, o el propio fútbol. También es cierto que la intelectualidad literaria ha despreciado, desde su elitismo, abordar el tema; aunque muchos escritores declararan sus filias futboleras. Sigue leyendo