Por voluntad propia

Javier Manzanera y Celia Nadal luchan contra su ser de personajes en una propuesta que explora los límites de la metateatralidad

Después de su exitoso Cabezas de cartel, con el que rondaron por doquier, los de Perigallo vuelven a las andadas con una propuesta altamente metateatral, y hasta metafísica; pues se dedican a estirar la concepción pirandelliana. El dramaturgo italiano exploró al personaje como ente al que poseer a través de las obras teatrales, ejemplificado en Seis personajes en busca de autor (que Miguel del Arco exprimió en La función por hacer). Hace bien poco volvía sobre la cuestión Pablo Macho Otero con A fuego. Y no pocos han sido los que han roto la cuarta pared para confrontarse con ese espacio liminal en los dos últimos siglos. Es, ciertamente, un tópico que dura ya demasiado. De hecho, la última buena andanada de esta perspectiva la he encontrado en el capítulo titulado Hotel Reverie, de la serie Black Mirror. Sigue leyendo

Cabezas de cartel

Perigallo Teatro propone un juego metateatral sobre su propio acto de creación y las dificultades que tienen para salir adelante las compañías más modestas

Cimarrón - Foto
Foto de Chuchi Guerra

De entre los centenares y centenares de pequeñas obras que se presentan en Madrid en sus decenas de salas, de vez en cuando, van apareciendo montajes que superan la categoría de efímero por méritos propios. Me refiero a piezas donde prima el buen hacer o una concepción que se sale de lo general, del mero hecho de contar una historia más. Así que podemos considerar Cabezas de cartel como un espectáculo que anhela percutir en el farragoso meollo de la crítica al mundo teatral. Ese lugar repleto de egos revueltos en una lucha sin cuartel. Ciertamente, digamos que, por su visibilidad, los intérpretes tienen más momentos para quejarse de lo suyo: su eterna precariedad, la falta de papeles para mayores —peor, dicen, si son mujeres—, la falta de oportunidades para los desconocidos (o para los feos, o para los extranjeros racializados, o para los muy bajos, o para los muy altos, o para los ciegos, o para los sordos, o para los discapacitados intelectuales, o para los mediopensionistas). Sigue leyendo