Un esperpento valleinclanesco sobre la decrepitud humana, los vicios y la inútil redención
Esta breve pieza, perteneciente al Retablo de la avaricia, la lujuria y la muerte y aparecida junto a La cabeza del Bautista, responde a la estética del esperpento. No debemos olvidar que su primera obra de esta clase fue Luces de bohemia, que data de 1920, aunque sufrió varios añadidos, principalmente de corte social, por aquel 1924 en el que se encuentra nuestra función. Se ponen en juego muchas de las técnicas y artificios que Valle-Inclán había estado cocinando, y que, provenían de corrientes propias del siglo XIX, a saber: el decadentismo, el tardío romanticismo español (esencialmente Bécquer y sus Leyendas; también, por supuesto, Rosalía de Castro), el prerrafaelismo («¿quién puede retirar de su imaginación la Ofelia de Millais?») o el simbolismo; en definitiva, el modernismo llevado a su visión expresionista. Sigue leyendo