El colectivo belga FC Bergman inunda el escenario con su peculiar visión del diluvio universal

«Hazte un arca de maderas resinosas, divídela en compartimientos, y la calafateas con pez por dentro y por fuera. Hazla así: trescientos codos de largo, cincuenta de ancho y treinta de alto…». Como no habíamos tenido suficiente con el Moisés de Castelucci, ahora llegan los FC Bergman (su espectáculo dura exactamente lo mismo) a dibujarnos el diluvio a través de un montaje grandioso, maximalista y dispuesto, igual que el dramaturgo italiano, a epatarnos. ¿Habrá algo debajo de los efectos especiales? Nos encontramos con un pescador sentado en una caja frente a una charca. Se levanta el telón y aparece un pequeño pueblo con seis cabañas y un bosque al fondo. La gracia escenográfica del asunto radica en que una cámara de cine, enganchada a unos raíles que bordean la aldea y empujada por tres operarios, va a descubrirnos, a través de una pantalla enorme que ocupa el centro de la escena, el interior de cada habitáculo. Podrían haberlo asentado en una plataforma giratoria, pero, indudablemente, la cámara, como vamos a ver, da mucho de sí (se permiten el tonteo, enfocando al público y a los sufridos empujadores). Sigue leyendo