Teatro Corsario se enfrasca en una tragicomedia que nos sitúa ante unos individuos en proceso de deshumanización
Hace un par de años pudimos contemplar de qué modo Spiro Scimone (autor italiano nacido en 1964) ausculta la realidad con La fiesta, un texto escrito en 1999. Su siguiente obra fue, precisamente, esta que acometen los de Teatro Corsario, El patio (El cortile), de 2003. En gran medida, si no se puede establecer una continuidad argumental, pues son historias bien distintas, sí que se puede reconocer una estética y, sobre todo, una ética, caracterizada por la melancolía y por un nihilismo que apenas deja una brizna para la esperanza (¿esperar, qué?). La impresión que me llevo me remite de nuevo a la primera, parecen ―también por su brevedad―, piezas de un todo, de una mirada sobre el mundo contemporáneo, una aproximación a la grieta de esos muros que nos separan de gente que vive en los márgenes, ya sociales o ya sicológicos. Al hundimiento se puede llegar por muchos caminos; pero nos remiten esencialmente a los mismos fundamentos. Sigue leyendo