Nueva entrega del universo de Sergio Boris en los Teatros del Canal para introducirnos en un lugar cochambroso

Continuamos el seguimiento a la estética de Sergio Boris después de que pudiéramos contemplar Viejo, solo y puto en 2016 y Artaud en 2019. Ahora con Euforia y desazón se identifican los mismos mimbres y, en este sentido, aceptamos que se busca exprimir unas premisas muy definidas. Si aquí en España La Zaranda, por ejemplo, insiste e insiste en macerar el esperpento, el argentino ─esta vez en simbiosis con actores de acá─ rebusca en esa marginalidad grotesca de los perdedores. Despojar al proyecto de un argumento y trabajar con una situación, con un ambiente que favorezca la exploración de unos seres desasistidos. Sigue leyendo