Las cartas de Cristián

Los Teatros del Canal dan cabida a la última propuesta de Antonio C. Guijosa, un drama sobre la ambición y el desencanto en un presentador de televisión

Foto de Pablo Lorente

Da la impresión de que Antonio C. Guijosa tenía en la cabeza ideas para escribir una novela; no obstante, que al plasmarlas en una pieza dramática los distintos asuntos o se desparraman o se quedan inconclusos. Por eso, la función se hace larga. Esto se evidencia en algunas subtramas, cuando descubrimos que el desarrollo de algunos personajes es insolvente, como ocurre con el papel de Cristina Bertol, quien hace de asistente personal de un jefazo y, a la vez, quiere emprender su carrera artística como cantante. Quizás se le da demasiados minutos a un carácter secundario dentro del argumento. Tal es así, que se siente forzada la inclusión de varios temas musicales. Uno escrito ex profeso por el propio dramaturgo y, luego, el «Halo», de Beyoncé. En fin, parece que tenemos dos obras en una. O una a medias. Sigue leyendo

Tito Andrónico

Antonio C. Guijosa intenta «domar» la sanguinaria tragedia de William Shakespeare en los Teatros del Canal

Tito Andrónico - FotoResulta imposible «sujetar» una tragedia tan desnortada como que esta que escribió William Shakespeare cuando era joven, muy influido por Marlowe. Acometer tamaño proyecto siempre será complicado; porque la exageración, casi terrorista, nos lleva por la pendiente. Y no parece que en la versión de Nando López se haya pretendido hacer nada más que algunos ajustes para aguantarse con lo que hay. Tampoco hallamos una gran intervención textual, y eso quizás hubiera resultado más interesante. En muchos aspectos, este montaje se queda entre dos aguas, y ese es un lastre con el que se carga toda función. Para empezar, los Teatros del Canal, evidentemente, no son el Teatro romano de Mérida; por lo que la escenografía de Juan Sebastián Domínguez es más funcional que sugerente; pues el espacio está un tanto desangelado alrededor de los versátiles cajones que sitúa en el espacio. No obstante, la iluminación de Carlos Cremades sí que incide con precisión en el tenebrismo lógico. Luego, si continuamos con los aspectos artísticos, nos podemos preguntar, una vez más, en qué consiste eso de las modernizaciones, o qué se consigue con ello. Es decir, el vestuario de Rafael Garrigós, por qué procede con ese pastiche de trajes de caballero, con unos abrigos hasta los pies, y, por otra parte, otras vestimentas que, de alguna manera, anhelan aproximarse a algo más «romano» o «godo». Sigue leyendo