Una habitación propia

Clara Sanchis se transforma en Virginia Woolf para recrear el famoso y trasnochado ensayo

Foto de Diego Ruiz
Foto de Diego Ruiz

Llegados a este punto de complejidad (y trinchera) en la cuestión no solo de la mujer, sino del feminismo, cabría preguntarse si el ensayo de Virginia Woolf, Una habitación propia, posee alguna enseñanza válida en nuestros días (quizás, también, si, en puridad, la debió tener en algún momento). No es este el lugar para dilucidarlo, pero es increíble que un texto con un argumentario tan endeble haya generado tantas interpretaciones. Me inclino a pensar que el efecto halo ha propiciado que se lea con los ojos de aquellos que reconocen el soberano valor literario de sus novelas. Su libro casi se reduce a un eslogan: «Una mujer necesita dinero y una habitación propia para dedicarse a la literatura». Sobre la pasta, concreta que deben ser 500 libras, y si alguien espera una respuesta de cómo conseguirlas, la señorita Woolf afirma que heredando una renta vitalicia proveniente de una tía rica recientemente fallecida en India. Sobre el cuarto, más allá de la literalidad de la expresión, se ha especulado sobre el espacio interior, sobre la parcela que todo ser humano debe poseer, la voz propia de la conciencia; pero esto son hipótesis. Sigue leyendo