María Goiricelaya adapta la célebre película de Vinterberg aportándole un aire de sofisticación para un espectáculo provocador

En el año 2005, Pablo Ley subió a las tablas una adaptación de Festen, aquella película que lanzó Thomas Vinterberg en 1998 para dar a conocer los presupuestos del movimiento Dogma, que había «pactado» (el «voto de castidad») con su colega Lars von Trier. Luego, en 2007, para el CDN, fue Magüi Mira quien la emprendió con este argumento. Ambas procedían sobre la blancura, sobre esa higienización escénica que provocara el choque, cuando llegara la impudicia. María Goiricelaya le ha introducido un peculiar aire de sofisticación, por el que podemos conectar más. Un ritmo muy ágil, un gran distanciamiento a través de la elegancia y una capacidad de síntesis muy favorable para la intensidad que se propicia. Sigue leyendo
