Escena – Fin de temporada 2024-25

Repaso a los espectáculos más sobresalientes de este curso que acaba de finalizar en la esfera teatral

Foto de Jean Louis Fernandez

Que la tendencia conservadora y buscadora de públicos más talluditos y fieles se va imponiendo en la mayoría de los teatros es ya una obviedad. De alguna manera, esta pulsión arrastra también a creadores que estarían dispuestos a arriesgarse más; sin embargo, ven que el propio ambiente lo ha hecho más complicado. Parece que ciertas líneas se van difuminando como, por ejemplo, esas ínfulas juveniles de otros años donde se nos esputaban consignas sobre su sacrosanta identidad; pero con tono victimista y ñoño. Sigue leyendo

The Seven Streams of the River Ōta

Robert Lepage recupera este espectáculo grandioso de siete horas estrenado en 1994, para recodarnos las infamias nucleares del siglo XX

The Seven Streams of River Ota - Elias Djemil
Foto de Elias Djemil

Somos afortunados de poder asistir a este fenomenal espectáculo que Robert Lepage estrenó en 1994 en el Festival de Edimburgo. Es innegable el despliegue técnico y la cantidad de detalles que están inmersos en cada cuadro y en cada escena de un montaje que dura (contando descansos) siete horas, como siete son los arroyos del Río Ōta. El engranaje que pone en funcionamiento el creador canadiense está muy por encima de casi cualquier propuesta actual; ya que escenográficamente, como vamos a ver, sus procedimientos forman parte de una de corriente propia del ilusionismo más artesanal. En los últimos años, hemos podido comprobar sus virguerías en Juego de cartas 1: Picas, que presentó en 2012 en el Circo Price, o cuando recuperó en 2015 su Needles and opium; además, de su biográfico 887, que pudimos visionar en 2022. Sigue leyendo

887

El quebequés Robert Lepage nos trae este espectáculo estrenado en 2015, donde su biografía se entrevera con sus habituales ingenios escenográficos

887 - Foto de Erick Labbé
Erick Labbé

La maestría de Robert Lepage regresa al Festival de Otoño y lo hace con un espectáculo que demuestra nuevamente su dominio escenográfico; pero, en esta ocasión, el sustento narrativo me parece que no llega a impactarnos suficiente ni en lo emotivo, ni en lo político, ni, tampoco, en lo esencialmente biográfico. Paradójicamente, los recuerdos sobre su vida casi no se centran en su faceta artística, lo que nos podría haber descubierto cómo ha llegado a esa visión del teatro tal peculiar que tiene. Por lo tanto, hasta qué punto nos debemos dejar cautivar, como niños, por el mecanismo que se mueve mágicamente delante de nuestros ojos o por el proceder de unos artilugios que nos descubren con sutileza la confluencia entre lo artesanal y lo tecnológico; si todo ello no está al servicio de un relato que perviva en nuestro memoria pasado el tiempo. Sigue leyendo