El corazón del daño

La veterana actriz argentina Marilú Marini representa la adaptación de esta autobiografía sui géneris de María Negroni, donde ajusta cuentas con su madre

El corazon del daño - Foto de Vanessa Rabade
Foto de Vanessa Rabade

La poeta María Negroni posee versos en los poemas que pueblan los libros que ha publicado realmente sugeridores. En España todavía su obra no ha logrado permear suficientemente entre los lectores, y esto hace que El corazón del daño tengo menos atractivo. Posee un mundo lírico lleno de audacia, donde la sorpresa se esconde en la seducción de las propias palabras. No obstante, este artefacto que nos compete deja versículos de calidad, se entreteje con azares y con una especie de escritura a vuela pluma en un avance que, a veces, parece impelido por el automatismo inconsciente. Sigue leyendo

Battlefield

Regresa Peter Brook con un sobrio espectáculo que recoge lo esencial del gran libro hindú

Battlefield - FotoVuelve el dramaturgo inglés junto a Marie-Hélène Estienne y retoma esa epopeya que tanto le ha fascinado siempre: Mahabharata. Pero esta vez se nos muestra un reducido epílogo de la inmensa obra. Battlefield (Campo de batalla) recoge, de una forma parecida a Hécuba cuando hace recuento de su desgracia tras la caída de Troya, las consecuencias de la batalla en la que los Bharata han salido derrotados. Lo que verdaderamente se nos cuenta es el final de un ciclo y el consiguiente comienzo de otro. El rey ciego Dritarashtra ha perdido, mientras que Yudishtira se erige en verdadero protagonista y heredero en un reino devastado. Con partes sustanciales de narración vamos reflexionando sobre la justicia, la voluntad y el fatum. Varias fábulas escenifican las lecciones del abuelo, como si el vencedor tuviera que atender a enseñanzas superiores. Pero todo está en marcha y uno jamás puede desistir de tal responsabilidad, está escrito. Su madre, Kunti, y el rey ciego deben acudir al bosque a concluir su existencia, y el nuevo monarca debe comprender que la justicia y la creación de un mundo renacido pasarán por sus manos. Una cosmogonía, al fin y al cabo, enormemente cercana a las tradiciones de la religión griega que el cristianismo no nos dejó heredar. De manera similar a la metempsicosis, los hindúes establecían la perpetua reencarnación, el samsara. Asistimos por lo tanto al instante de la desintegración y al primer impulso de un devenir que nunca ha cesado. Dicho todo esto, la recepción de tales planteamientos conlleva una serie de problemas dramatúrgicos. Sigue leyendo