Aldara Molero y Natalia Mariño presentan un cosmos urbano en la Cuarta Pared para iniciar el Tríptico de la vida

Este montaje que se presenta en la Sala Cuarta Pared es la primera parte de Tríptico de la vida, un proyecto que servirá para conmemorar el cuarenta aniversario de este espacio escénico tan singular. Ya comprobaremos qué ocurre con las otras dos piezas, pero si nos fijamos en Todas las casas, la sensación de prólogo, de marco contextual, parece evidente. Sobre todo, porque uno no sabe si puede considerarse una obra dramática de ficción. Es decir, si no se queda en el paisaje, en la documentación de unos modos de existencia, en el reportaje poetizado de aquellos que se quedan en el margen. Sigue leyendo
Cualquiera que haya vivido en los ochenta entiende lo que supuso la heroína para la juventud de aquellos tiempos. Las calles, los parques, los portales y otros recovecos se llenaron de zombis pedigüeños, de jeringuillas, de limones, de papel de plata y otros adminículos. Los radiocasetes de los coches volaban, los bolsos de las señoras se arrancaban y las familias quedaban literalmente destruidas en la consunción del consumo. Esos muchachos (también muchachas, aunque menos) fueron aquellos yonkis, que era como se les llamaba, antes de que definitivamente se les considerara enfermos y víctimas, y pasaran a denominarse drogodependientes. En los últimos tiempos, gracias a Fariña (el libro, la serie y la