Lucía Carballal presenta en la sala grande del Teatro Valle-Inclán un consistente drama sobre una familia sefardí para discurrir sobre la memoria

Es muy difícil no mantener en la memoria algunas de las obras de Wajdi Mouawad que han aflorado en los teatros españoles en los últimos años, y que han tratado con insistencia la cuestión familiar y sus circunstancias religiosas. Sin ir más lejos, hace poco se presentaba Todos pájaros, y, un mes antes, Madre. Claves similares se nos aproximan en estos momentos; aunque algunos códigos nos resulten más cercanos. Sigue leyendo
Que el dispositivo ya es llamativo de inicio, no lo vamos a negar. Desde luego que experiencias teatrales inmersivas, donde el espectador asiste de pie a lo acontecido, mientras se desplaza alrededor, se proponen de vez en cuando. Aquí Brai Kobla nos sumerge en varios planos simultáneos, en un caos determinado por la improbabilidad que el público debe desentrañar. Mucho me temo, que parte de los asistentes se quedarán con la rareza del acontecimiento y con los gestos humorísticos que trufan el espectáculo; sin embargo, las claves, aunque establecidas de manera aviesa, están ahí. 