Adaptación de la novela corta de Chéjov, donde se cuestionan trágicamente los objetivos de los manicomios rusos
Al principio, el doctor Andrei Efimich Ranguin se lamenta, mientras ingiere un poco de vodka, por su situación en aquella ciudad de provincias a la que ha sido destinado. Apenas puede conversar con nadie que aprecie el mundo del conocimiento humanístico. Un día encuentra en el pabellón nº 6, uno de esos espacios inhóspitos dentro de esas instituciones hospitalarias ya de por sí cochambrosas de finales del XIX en la Rusia imperial, a un enfermo recluido ahí por padecer de manía persecutoria. Es Ivan Dimitrich Gromov, un joven treintañero que en otro tiempo había desempeñado los trabajos de maestro y secretario provincial, alguien con suficientes lecturas en su haber como para mantener una conversación persuasiva con el doctor. Moseika, otro interno, el único que tiene permiso para corretear por donde quiera y salir fuera, también nos acompañará, mientras debemos imaginarnos la presencia beoda de Nikita, un guardián insolente. Sigue leyendo