Psicosis 4.48

Luz Arcas dirige el célebre texto de Sarah Kane para depurar la visión cruenta del suicidio

Psicosis 4.48 - Foto de Esmeralda Martín
Foto de Esmeralda Martín

Quedarse a la mitad y no alcanzar ese punto tan significativo que se halla al atravesar el abismo (o las «cortinas»). Si un texto sobre el suicidio se ha convertido en referencia ineludible en el siglo XXI es este de Sarah Kane. Ahora que van ocupando los teatros con el tema de marras (véase Harakiri, en el Teatro Valle-Inclán o Nuestra necesidad de consuelo es insaciable, en el Quique San Francisco) y que parece que el tabú se está derribando a pasos agigantados y con el riesgo a la exageración. Psicosis 4.48 (esta inversión de los términos daría desde luego para mucho más de lo observado) ante todo, implica un discurso ahormado por la literatura y la desesperación a partes iguales. La obra póstuma que anticipó el inevitable desenlace de esta dramaturga de tan solo veintiocho años es una de esas incursiones en teatro «in-yer-face», que tanta agresividad mostraba en escena principalmente en los años 90. Sigue leyendo