Mariano Tenconi ha inventado una aventura de dos mujeres, una blanca y una india, recorriendo la pampa argentina

El relato de esta obra no debería ser una rareza; aunque lo sea para nuestra tradición; porque es un episodio más de una literatura sobre malones (esas incursiones sorpresivas de los indígenas en el Cono Sur, durante casi toda su historia) y cautivas (tal y como reseñó en su célebre poema épico Esteban Echeverría, con unos tintes románticos que también observaremos en escena). Quizás el argumento, más allá de sus variaciones originales, se carga de tópicos que se han explotado con frecuencia en el western americano. Sigue leyendo
¿A quién le puede interesar la historia de una imprenta de Buenos Aires? A muchos, si eso implicara, simbólicamente, hablar, por ejemplo, de las fases de la revolución industrial, de los mecanismos de automatización, etc. O, quizás, supusiera universalizar las rupturas que acontecen en las sagas vinculadas a un negocio familiar y cómo las generaciones deben hacerse cargo de situaciones muy diversas. Bien, pues nada de esto —al menos de una forma plenamente desarrollada— transcurre en esta obra. Sobre las tablas no ocurre nada que me parezca interesante, nada que justifique una obra de teatro, y menos, con ese despliegue de personal. La anécdota —por llamarla de alguna manera— le compete a su autora; pero no entiendo cómo nos puede afectar o conmover a los demás si no nos permite ir un poco más allá del recuerdo de unas vivencias un tanto anodinas y corrientes. A lo mejor ya está bien de forzar la mirada de esos espectadores tan afanados, tan festivaleros, que se pirran por lo que viene de fuera o por aquello a lo que se le otorga un aura que no merece. Porque hablamos de un estilo teatral que se desgasta por momentos.