Kata Wéber y Kornél Mundruczó mezclan cine y teatro para hablar de la pérdida terrible que sufre una mujer

Durante el 2020, la película Fragmentos de una mujer, protagonizada por Vanessa Kirby, ganadora de la Copa Volpi en Venecia, tuvo muy buena aceptación entre la crítica y el público; pero, a tenor, de lo observado en el Teatro María Guerrero, podemos considerar que su plasmación dramatúrgica supera con creces aquel film. Lo que puede resultar más interesante es contemplar ambas obras a la par, con sus enormes diferencias en el contenido y en la forma, y eso que sus pergeñadores son los mismos, es decir, el matrimonio formado por la dramaturga Kata Wéber y el director Kornél Mundruczó. Aquella se sitúa en Boston, y la familia protagonista es sofisticada, con alto poder adquisitivo y donde uno es capaz de entender a qué moda y a qué valores se adscribe esa joven para desear que su bebé nazca en casa con los riesgos que eso conlleva en el caso de que se presenten dificultades. Ese es un debate. Mientras que nosotros nos encontramos en Varsovia, en un pequeño apartamento, donde una pareja de lo más corriente aguarda la llegada de su primer hijo. Para saber por qué han decidido tenerlo allí, tendría que hacerme una idea del sistema sanitario polaco. Pero uno no tiene la sensación de que se un empeño de la esfera woke. Sigue leyendo