Del color de la leche

La exitosa novela de Nell Leyshon salta a escena para recrear esta historia de abusos ambientada en la campiña inglesa durante el siglo XIX

Del color de la leche - FotoPara empezar, digamos que Del color de la leche funciona mejor en su puesta en escena que como novela. Esta se ha convertido en casi un bestseller. No me extraña, ya que no solo es breve, sino que está escrita por Nell Leyshon con un artificio que favorece la lectura y que, incluso, podría recomendarse a los adolescentes. Porque entendamos que la verosimilitud es más que cuestionable. Una quinceañera que acaba de aprender a leer y a escribir no solo es capaz de narrar su historia de una manera legible y correcta (pocos errores sintácticos u ortográficos, amén de un vocabulario variado aceptable), sino que llega a usar metáforas (el mismo título referido a su pelo) y otras figuras retóricas que raramente se le pasarían por la cabeza. Sigue leyendo

Obabakoak

Un elenco montado en bicicleta para esta propuesta deslavazada de Calixto Bieito sobre la novela de Bernardo Atxaga

Foto de E. Moreno Esquibel

No es aquí el lugar para discutir acerca de la calidad literaria de la novela de Bernardo Atxaga, ni de si debe considerarse tal o una colección de veintiséis cuentos que intentan meterse dentro de un marco narrativo, de igual manera que ocurre en Las mil y una noches o en esa tradición de la cuentística mundial (Calila e Dimna o Decamerón). El aspecto esencial de la propuesta que enseña Calixto Bieito es si en algún momento ha pretendido trazar un itinerario mínimamente coherente o si se ha planteado dotar de autonomía escenográfica a cada uno de los relatos. Este montaje es terrible para el espectador y las deserciones parecen del todo justificadas. Entre las máximas de esos cuentos clásicos a los que hacía referencia se encuentra la tradición oral (es decir, información consabida en los pueblos que la trasmiten de generación en generación), el estereotipo (los personajes vienen determinados por rasgos muy concretos) y un contexto que permite comprender la moraleja final. Trasladado esto a escena, implicaría una definición de los personajes, a través de la descripción clara, de un vestuario, de unos atributos, de unas señas en las que pudiéramos apoyarnos para que nuestra imaginación se vaya coloreando y pueda salir de la oscuridad. Sigue leyendo