En un aeropuerto sin estrenar, dos hombres desvelan su verdadera identidad en una lucha dialéctica

Según crece la población mundial, así aumentan los no-lugares, esos espacios, según los define el antropólogo Marc Augé, de simple transitoriedad, sin entidad suficiente. Si es un aeropuerto y, encima, está sin estrenar, la idoneidad para que no ocurra nada y, a la vez, todo lo que debería importarle al planeta, es máxima. En Bangkok, el thriller teatral escrito y dirigido por Antonio Morcillo, dos personajes se encuentran en la sala de espera de un aeródromo de esos que aún aguardan a los aviones en nuestro querido país de la abundancia. El primero es un señor mayor, alguien despistado que aún no comprende por qué no ha recibido el aviso para despegar hacia la capital de Tailandia. Fernando Sansegundo, con una energía ruda que no cesa apenas en la función, se pregunta qué ocurre y, el otro, un joven encargado de lanzar a los halcones al aire en busca de los sisones antes de que estos se cuelen dentro de los motores, le responde que ha sido estafado. Dafnis Balduz consigue interpretar su papel con esa naturalidad destinada al despiste. Ambos ofrecen, sin duda, una demostración de versatilidad actoral. Sigue leyendo