El Teatro de La Abadía se abre a la nueva propuesta performativa de Matarile sobre el caos y otros supuestos temas adyacentes
Las propuestas perfiladamente performativas o, al menos, posdramáticas, se fagocitan a sí mismas en la redundancia del acontecimiento en sí. Se imitan, se copian, se repiten, tanto los gestos como los exabruptos, tanto las ironías como los cripticismos. Alimentadas de un mismo humus centrípeto de evidencias que no, de clarividencias. Propuestas jibarizadas por un mundo que se performatiza insaciable desde ese otro mundo, el virtual, que infecta nuestra realidad y nos convierte en esputos que claman por su centro de atención. Ante tal panorama, uno espera algo; para no ser deglutido por el nihil. Si El diablo en la playa es la primera parte de la Trilogía de la fragilidad, hemos de pensar, inicialmente pues, que no se tratará de la fortaleza. Sigue leyendo