Els Joglars le hace una semblanza timorata al rey Juan Carlos, con un destacable Ramón Fontseré
El vodevil de nuestro monarca en las últimas dos décadas pedía protagonismo en alguna comedia teatral. A falta de un Berlanga, no hubiera estado mal que Els Joglars hubiera afinado con el tono de la farsa y hubiera encontrado un argumento más sugestivo. No se puede sostener que sean equidistantes, más bien, insignificantes; aunque un público tan entregado, tanto a la figura representada como a sus representantes, cualquier guiño hacia un extremo u otro les regocija. Aceptemos que el prólogo es poco fascinante, con unos «moros» limpiando aquí y allá, hablando en árabe, claro, y generando las primeras risas para un montaje naíf, sin pullas desopilantes. Se entiende que esta vaguedad sirva para que sus señorías resuelvan suspender su móvil ─los soniquetes con ciertos espectadores parecen inevitables─. Sigue leyendo