Una cuestión de formas

La obra de Neil LaBute discurre por los marcos de la comedia romántica para indagar sobre la metamorfosis de las personas a través de la intervención artística

Una cuestión de formas - Foto de Geraldine Leloutre
Foto de Geraldine Leloutre

La confusión moderna entre estética y arte daría para una obra mucho más filosófica si Neil LaBute, quien publicó este texto en 2001, para después trasladarlo él mismo al cine con el título Por amor al arte (traducirlo más fielmente como Una cuestión de formas es mucho más sugerente; porque incide tanto en las convenciones culturales como en el debate formalista que se puede plantear hoy en las dramaturgias contemporáneas) no la hubiera ahormado con los clichés de la comedia romántica. Los productos de este género, previos a la explosión de las redes sociales y el uso permanente del teléfono móvil, se antojan pacatos en los modos, ingenuos en los empeños costumbristas de antaño. Todo ha cambiado en exceso en la comunicación. Sigue leyendo

El vergonzoso en palacio

La comedia de Tirso de Molina que dirige Natalia Menéndez se envuelve en un espectáculo visualmente muy atractivo, aunque carente de ritmo

El vergonzoso en palacio escena - Foto de Sergio ParraUna de las comedias palatinas más famosas del dramaturgo madrileño es esta que se representa contra viento y marea en el Teatro de la Comedia. Asistimos a un montaje grandioso en medios; tan llamativo en su manifestación escenográfica, como renqueante en el ritmo que ha dispuesto Natalia Menéndez. Quizás el culpable de este freno sea el arbolazo que Alfonso Barajas ha plantado en el medio de las tablas, para ofrecer una ambientación selvática, y propiciar cada uno de los equívocos y escondrijos que se van a suceder. Ciertamente, la propuesta del escenógrafo sería fenomenal si nos quedáramos únicamente con nuestras sensaciones visuales; pues el susodicho árbol se abre pesadamente por la mitad y es desplazado hacia los laterales con cierta molestia. Ese trajín se ha querido edulcorar sacando al elenco vestido de cotorras argentinas a despistarnos con bailecitos; pero ni por esas. Eso sí, son de valorar las enormes puertas con espejo que estilizan muy bien el juego de apariciones y de apariencias. Sigue leyendo