Carla Nyman se pone al frente de un montaje surrealista en el Teatro de La Abadía sobre diversos padecimientos siquiátricos de una paciente
No hará más de unos meses, Lola Blasco, con El teatro de las locas, escenificaba las experimentaciones del neurólogo Jean-Martin Charcot. Me faltó locura en aquella; pero es que a esta de Carla Nyman le falta directamente histeria. No es necesario que acudamos a un mamotreto de siquiatría para descubrir efectos de nerviosismo abruptos y toda una gama de comportamientos extemporáneos. ¿O es suficiente con poner luces estroboscópicas y pinchar musicote? ¿Qué sentirá el espectador si de la autora lee: «El Hospital de la Salpêtrière era un infierno femenino. Cuatro mil mujeres incurables o locas o dementes fueron exploradas y exhibidas para mostrar qué era la histeria. Agustina no es una de esas mujeres, o quizás sí» y, luego, nada, ni remotamente, transcurre de eso modo? Sigue leyendo